Uno de los
elementos recurrentes al momento de analizar las políticas de juventud en
Latinoamérica es que fallan al momento de interpretar las demandas de la
juventud. El proyecto «Juventudes
Latinoamericanas: diálogos para una nueva democracia» ha intentado ayudar a
definir esas demandas. En un primer momento se hizo explorando las demandas
generales de la juventud de los diferentes países. Luego, discutiendo sobre las
demandas específicas de diversas organizaciones juveniles, las significaciones
que le atribuyen los jóvenes organizados a la condición juvenil y los discursos
que producen al relacionar demandas con instituciones. Paralelamente se aplicó
una encuesta representativa de jóvenes y adultos para describir algunas
tendencias que conforman el campo de juventud en los diferentes países. Y para
este cuarto momento, se realizó un Grupo de Diálogo al que se invitó a
participar a cerca de cuarenta jóvenes que pertenecen a una diversidad de
organizaciones juveniles.
Los Grupos de
Diálogo son una técnica de investigación social que va explorando las
diferentes aristas de un tema mediante un conjunto de dinámicas de
conversación. El objetivo central de la técnica es entregar herramientas para
contextualizar el tema y luego producir diálogos grupales en que los
participantes tienen que tomar posición sobre algunas de las alternativas de
acción que ofrece un problema. En el caso de este estudio en particular, el
objetivo del Grupo de Diálogo fue generar una conversación sobre las
estrategias y acciones que los jóvenes organizados identifican como las más
legítimas y eficaces en la búsqueda de garantías a la condición de «sujetos de
derechos» de las y los jóvenes. Con este ejercicio se esperaba descubrir nudos
críticos y recolectar sugerencias concretas que sirvieran tanto para fortalecer
diferentes formas de organización de jóvenes que actúan en la sociedad civil
como para incidir sobre la construcción de políticas públicas dedicadas a los
jóvenes.
II. Metodología
Producir un Grupo
de Diálogo es un trabajo logísticamente complejo. El alto número de convocados
que exige la técnica plantea un conjunto de exigencias que deben ser resueltas
por el equipo organizador. El primero es decidir un espacio adecuado. Para los
coordinadores era importante que el lugar en que se iba a hacer el encuentro,
además de estéticamente acogedor, permitiera cubrir las necesidades de
hospedaje, alimentación y desarrollo de las actividades todo en un solo lugar
para evitar desplazamientos, pérdidas de tiempo y posibles deserciones entre
momentos y jornadas. Se revisaron las opciones y finalmente se optó por un
centro recreacional que tiene el Departamento de Bienestar del Banco del Estado
de Chile en la ciudad de Quilpue y que habitualmente se contrata para este tipo
de jornadas.
El segundo problema
fue la convocatoria. No era fácil convocar voluntariamente a cuarenta
organizaciones y además cumplir con los criterios de diversidad temática,
territorial y paridad de género. Hubo que recurrir a un conjunto de canales y
redes de contacto. Lo primero y más directo fue convocar a algunas de las
organizaciones que habían participado en los Grupos Focales que se organizaron
en las ciudades de Iquique, Valparaíso, Santiago y Concepción. De esa forma se
le daba continuidad a ambas etapas. En el caso de Iquique, se convocó
directamente a dos participantes del grupo focal que se realizó en esa ciudad.
En el resto de las ciudades, las estrategias se ampliaron. En Valparaíso los
canales de convocatoria fueron varios. Se convocó a las organizaciones que
participaron en el Grupo Focal, se echó mano a la red de contactos personales
de miembros del equipo investigador, y se estableció contacto con la Unión Comunal de
Organizaciones Juveniles de Viña del Mar, una organización autónoma que agrupa
a un conjunto diverso de organizaciones juveniles que funcionan en la comuna.
Por esta vía se convocó a un grupo de organizaciones que pertenecen a la UNCO , y por intermedio de la
red de contactos de su directiva, se extendió la convocatoria a otras
agrupaciones. En el caso de Santiago, se estableció contacto con una serie de
organizaciones de inmigrantes peruanos, se les extendió una invitación y
finalmente se convocó directamente a las organizaciones que respondieron
afirmativamente. Y en el caso de Concepción, la convocatoria también tuvo dos
canales. El primero fue convocar a parte de las agrupaciones altermundistas que
participaron del grupo focal, y la segunda se realizó por intermedio del
Departamento de Jóvenes de la
Municipalidad de Concepción, a quienes se les pidió el favor
de definir un grupo de organizaciones que trabajaran en diferentes temáticas.
El encargado hizo el primer contacto y el equipo de investigación se hizo cargo
del segundo momento de la convocatoria.
Mediante esa
combinación de vías de convocatoria se logró reunir finalmente a un total de 40
participantes que pertenecían a 28 organizaciones diferentes. La composición
del grupo resultó territorial y temáticamente diversa. Llegaron representantes
de dos agrupaciones de Iquique -ambas habían participado en la etapa de los
grupos focales-, ocho organizaciones de Concepción, una de Villa Alemana, dos
de Quilpue, cinco de Valparaíso, tres de Santiago -dos de ellas con sede en la
capital, pero con alcance nacional-, seis de Viña del Mar y una de San Felipe.
El espectro de
organizaciones incluyó agrupaciones que defienden los derechos a la diversidad
sexual y las prácticas de salud sexual y reproductiva; un conjunto de centros
culturales que trabajan a nivel territorial organizando diferentes tipos de
actividades; organizaciones que trabajan por la reivindicación de la autonomía
cultural y política de los pueblos originarios, fundamentalmente mapuches;
dirigentes estudiantiles universitarios; militantes de partidos políticos;
miembros de grupos que organizan encuentros para la práctica y difusión de
deportes urbanos , específicamente el skate;
dirigentes sindicales que integran el Departamento Juvenil de la Central Unica
de Trabajadores de Chile (Dejucut); integrantes de organizaciones de mujeres
trabajadoras del mundo rural; miembros de agrupaciones ecologistas que trabajan
a nivel local e integrantes de radios comunitarias.
Otro aspecto
relevante del grupo fue su composición etárea. Hubo desde representantes de
diferentes edades, desde dirigentes de estudiantes secundarios que dan lo que
podrían ser sus «primeros pasos» en el trabajo dentro de organizaciones hasta
jóvenes actualmente gestores culturales que han tenido una larga trayectoria en
el trabajo en distintos tipos de organizaciones (estudiantiles y culturales,
fundamentalmente). Esa dispersión etárea hizo del Grupo de Diálogo un espacio
de encuentro e intercambio de experiencias entre diferentes generaciones de
dirigentes sociales jóvenes.
III. Los momentos del diálogo
La metodología de
trabajo para el Grupo de Diálogo considera una serie de momentos que van
hilando la discusión. El primer momento fue de información. El propósito fue
que los participantes entendieran el proceso en el que se enmarcaba el Grupo de
Diálogo. Al momento de la inscripción se les obsequió un ejemplar de los textos
producidos en las dos etapas anteriores de la investigación (situaciones tipo y
grupos focales) y, acto seguido, se hizo una presentación general del proyecto.
Tras responder las preguntas que generó la exposición, se pasó a una dinámica
de integración grupal que sirvió para distender a los participantes, facilitar
su acercamiento y generar un clima de confianza. Después de eso se pasó a los
momentos de trabajos grupales.
1. La conversación sobre las demandas:
El primer trabajo
grupal fue una conversación sobre el listado de siete demandas que habían sido
definidas en una etapa anterior del estudio. Para este ejercicio se conformaron
ocho grupos. Siete discutirían una de las siete demandas cada uno, y el octavo
debía agregar una nueva demanda que no estuviera en la lista, que en definitiva
se decidió por el reconocimiento a los derechos de los pueblos originarios. La
pregunta que tendría que resolver cada grupo era si estas demandas constituyen
o no un derecho y en qué medida se encuentran garantizados en Chile. A modo de
introducción, se expuso una serie de videos que dramatizan algunos de los
derechos contenidos en la Carta Fundamental
de Derechos Humanos y posteriormente se pasó al trabajo de grupos propiamente
tal.
En líneas generales, la discusión sobre la condición de derecho
juvenil de las demandas fue bastante similar y se centró básicamente en dos
interrogantes: si las demandas son derechos exclusivamente juveniles, y en las
condiciones para asumir que los derechos están plenamente garantizados por el
Estado. Sobre el primer punto, la conclusión general es que en todos los casos,
más que de demandas y derechos de los jóvenes, se trata de demandas sociales
generales extensibles a todos los grupos de población. Demandas como el
transporte, la salud, la educación, el trabajo, el acceso a la cultura, la
garantía de un ambiente limpio, son demandas por derechos sociales que están
lejos de restringirse solamente a los y las jóvenes. Que hayan sido dichas por
jóvenes no las hace demandas y derechos de la juventud.
Sobre el segundo punto, la conclusión a la que llegaron todos los
grupos fue que si bien en algunos casos se reconocen avances, con políticas de acceso
y legislaciones específicas, ninguno de estos derechos está plenamente
garantizado en Chile. En derechos como la salud y la educación, por ejemplo, si
bien el Estado les da ese estatuto, lo hace sólo nominalmente, no en la
práctica. El factor que marca esa distancia pasa por las desigualdades
estructurales. No se puede asumir que el trabajo se reconoce como un derecho si
en la práctica el trabajo digno es realidad de pocos. Cuando se ponen sobre la
mesa las desigualdades que produce y reproduce, el trabajo deja de ser derecho
garantizado. Lo mismo ocurre con la educación: la legislación chilena la
reconoce como un derecho, pero en la práctica las desigualdades educacionales y
la ausencia de una política pública que las reduzca impiden asumirlo como un
derecho garantizado. El acceso no basta. La garantía exige la igualación de
condiciones en acceso y ejercicio pleno.
2. Los caminos
a. Tendencias de los caminos
El segundo momento
de discusión temática fue sobre los caminos o las estrategias a seguir para
garantizar los derechos de los jóvenes. Para introducir elementos que armaran
el contexto para este segundo momento se presentó parte de los datos que
produjo la encuesta que forma parte de este mismo proyecto de investigación. La
idea fue que los participantes del encuentro pudieran comparar el
comportamiento de la población chilena y el de la población de los otros cinco
países en una serie de opiniones (aborto, pena de muerte, legalización de la
marihuana, entre otros) y comportamientos (participación en organizaciones,
etc.) que podían servir de insumos para la discusión.
Posterior a eso se
expuso el contenido de la discusión, se explicó su sentido, se describieron los
caminos y distribuyeron los grupos. La composición de cada grupo había sido
preestablecida por el equipo coordinador. El criterio fue darles diversidad
temática y garantizar paridad entre sexos. Cada grupo trabajó en mesas
dispuestas en diferentes puntos del espacio en que se realizó el encuentro. La
idea fue aprovechar las instalaciones para evitar que hubiera más de un grupo
en una misma sala y, de esa forma, garantizar las condiciones para los trabajos
grupales.
Entre ambos
momentos se aplicó la Ficha Inicial
dispuesta en la pauta de trabajo. Con este instrumento se pudo sondear la
adhesión que generaba cada uno de los tres caminos antes de la conversación
grupal. Los datos de este instrumento arrojaron que, en principio, el camino
con más adhesión fue el que propone que las organizaciones juveniles
establezcan alianzas con organizaciones con otro perfil y se integren en luchas
sociales generales (camino 2). Este fue también el camino en que hubo menos
diferencia de opinión. Lo contrario ocurrió con la propuesta de fortalecer
solamente las organizaciones juveniles (camino 1). Fue la que menos adhesión
generó y en la que las opiniones fueron más discordantes.
Después del diálogo
grupal, la mayor parte de los participantes mantuvo su opinión inicial. El
orden de importancia siguió siendo el mismo, con la alternativa de vincular las
demandas juveniles con las demandas generales de la sociedad como la opción con
más fuerza, y con la alternativa de espacios estrictamente juveniles como la
que menos sentido hace. Un dato interesante es que, al observar el conjunto de
las opiniones en el primer y segundo momento, los tres caminos presentan bajas
en su valoración. La explicación es que uno de los resultados del diálogo
pareciera ser la construcción de una salida intermedia que suaviza las
respuestas extremas de adhesión y rechazo respecto a cada uno de los tres
caminos.
El espacio que
contemplaba la ficha final para fundamentar la segunda respuesta es una primera
entrada que permite captar las razones tras las tendencias. Sobre el camino 1,
los argumentos de los participantes señalan que el fortalecimiento de las
organizaciones juveniles es un paso fundamental que hace posible el despliegue
del «inevitable impacto social» que se atribuye a la juventud cuando se
organiza, pero que para algunos pierde potencia cuando su acción se cierra en
demanda estrictamente juveniles y las organizaciones se forman por criterios de
edad o de género y no afinidad temática. En ese sentido, la organización
juvenil es importante, pero como «primer paso para algo mucho más grande».
Sobre el camino 2, las observaciones valoran positivamente el intercambio de
experiencias con adultos, pero sin que eso implique subordinación, pérdida de
las especificidades juveniles ni cooptación adultocentrista. Y sobre el camino
3, las lo que se dice es que el vínculo con instituciones gubernamentales es
importante para avanzar hacia la garantía de los derechos de los jóvenes,
«siempre y cuando sea como mutuo fortalecimiento y no en una lógica
asistencial», se incluya a la diversidad de visiones y experiencias, con
mecanismos eficaces de participación y diálogo, la presencia de todas las
organizaciones y que se aboquen a las demandas concretas y genuinas de las
organizaciones. Por eso finalmente los movimientos hacia posturas intermedias
en la escala de adhesión para cada camino propuesto, que se resume en una
observación general que formula en su ficha uno de los participantes: «Mezcla de las tres: fortalecer la
organización joven, fortalecer los vínculos y trabajar con instituciones».
b. La conversación sobre los caminos
La segunda entrada
que muestra la de los argumentos es
analizar el camino que recorrieron las conversaciones grupales sobre los tres
caminos propuestos. Esta era la parte central de la dinámica del Grupo de
Diálogo. Como apoyo, se dispuso un material donde se describía cada camino y se
adjuntaba un conjunto de pro y contra que están dentro de los posibles para cada línea de acción.
La opción
metodológica del equipo investigador fue intervenir lo menos posible en el
trabajo grupal eliminando la figura del observador, confiando en la capacidad
de autorregulación de los grupos y limitándose a asegurar el correcto registro
de las conversaciones, siempre dispuesto, por cierto, a resolver eventuales
dudas sobre algún aspecto de la dinámica de trabajo.
La conversación en
los diferentes grupos tuvo una estructura similar: los primeros momentos fueron
de oposición entre las diferentes posiciones sobre la acción colectiva.
Momento, por lo tanto, sin puntos de encuentro, pero sí de diálogo. Después de
eso, y en la medida que se fueron desplegando los discursos, el diálogo fue produciendo
puntos de encuentro que si bien no alteraron completamente las bases
ideológicas de los discursos, sí produjeron espacios de encuentro. Lo que
produce entendimiento es la necesidad de objetivos comunes. Por eso el punto de
coincidencia básico que aparece en todos los grupos es que todos los caminos son
válidos, que de cada uno hay algo que rescatar y que de ese rescate se puede ir
construyendo un camino nuevo.
«Si lo analizamos bien, finalmente es un proceso, que yo
creo que la mejor organización que puede haber es la que conjugue esos tres
caminos, que mantenga el grado de autogestión, que también tenga el sentido de
lo exclusivamente joven en el sentido de cómo tratai tú de focalizar políticas
hacia los jóvenes, y cómo vai generando nuevas redes de apoyo desde los
jóvenes»
El Camino es un
Proceso y la conversación sobre los caminos, un recorrido por los dilemas que
enfrentan las organizaciones que están involucradas en su construcción.
i. Autogestión, autonomía, objetivos
El primer dilema es
el de la autogestión. Como principio de acción, la autogestión representa un
ideal para toda organización social. El punto ciego es que no está claro qué
significa.
«Conozco 5 o 6 definiciones sobre lo que significa la
autogestión»
Lo que recubre los
dilemas en torno a la autogestión es el problema del financiamiento y los
alcances que puede tener sobre la autonomía de las organizaciones. El punto en
que se diferencian las posiciones es cuando aparece la referencia a los fondos
públicos.
Para un conjunto de
organizaciones, la autogestión es un principio que cubre todos los planos de
acción, desde la concepción del trabajo hasta las vías de financiamiento. En
este discurso, la autogestión es un valor en sí mismo porque asegura autonomía
en el plano de las acciones y objetivos, y porque evita el riesgo de la
cooptación política y el clientelismo, dos elementos que amenazan con corromper
las bases de las organizaciones. Estos elementos ideológicos en que se funda la
postura de la autogestión radical no se pueden entender como simples negaciones
puristas a los fondos gubernamentales. La negación viene de la experiencia, en
la decepción y la desconfianza producidas en el trabajo con organismos
estatales que privilegian la burocracia administrativa a la intervención con
sentido.
«Al tener todas estas experiencias de tantas mentiras,
tantas cosas que dejan inconclusas, a nosotros como organización no nos da
ninguna gana de trabajar con ninguna institución del gobierno ni ninguna
institución. ¡Ya no le creemos a nadie! Y esa autonomía, la única manera de
conseguirla es con autogestión».
Pero hay otra razón
que justifica esa negación y tiene que ver con una retórica sobre la
autogestión de los recursos que apela a los elementos afectivos y simbólicos
que reporta al grupo el hecho de compartir un mismo esfuerzo.
«Los que son autogestionados yo encuentro que se apegan
más entre ellos, son como más unidos»
«Hay cosas que se dan dentro de la autogestión que se pueden
llegar a poner en práctica dentro de la misma organización. Ahí estás generando
también calidad humana, de ayudarse, de ponerse en el lugar del otro, y eso es
bueno»
«De repente, a lo mejor postular a proyectos del Estado
muchas veces conlleva a que se generen organizaciones fantasma, que al final
les llegó la plata, compraron lo que iban a comprar y la organización se cae.
No hay un sustento de un apegamiento de decir “esta cuestión me costó hacerlo,
me costó hacer la actividades”. Pero en el caso contrario, ya viene alguien y
te regala lo que necesitabas».
Esta carga afectiva
del trabajo en organizaciones le introduce elementos de subjetividad a los
objetivos que le permiten a este discurso poner el problema del sentido por
sobre los problemas estrictamente organizacionales de la gestión.
«Aunque económicamente estoy quebrado, las cosas las he
hecho con cariño. Así uno deja va dejando huella».
Paralelo a este
discurso que apela a un dogmatismo en la autogestión como seguro de autonomía,
circula otro que se plantea. En este discurso, autonomía y autogestión no
responden a un mismo principio. La autogestión es cómo se resuelve el problema
de los recursos para realizar actividades y lograr objetivos, y en eso los
fondos estatales también son válidos. No hay contradicción. En el fondo se
apela a un legítimo derecho ciudadano.
«¿Quiénes son los contribuyentes de este Estado?
Nosotros. ¿Quiénes pagamos impuestos? Nosotros. Por lo tanto, todos esos
recursos que están en las instituciones gubernamentales o estatales nos
corresponden y hay que hacer uso de ellos»
Recurrir a fuentes
externas queda, entonces, como un asunto meramente estratégico, instrumental,
que sólo busca solucionar el problema práctico de darle continuidad a las
organizaciones y a sus actividades, y en la medida que efectivamente lo hace,
incluso se convierte en soporte para la autonomía.
«Si no eres tú van a ser otros, y si los otros,
dependiendo de las manos en que caigan, pueden hacer algo absolutamente
contrario a los objetivos de tu organización. Entonces, ¡por qué no ocuparlos! Eso
no tiene por qué dañar tu autonomía como organización, sino muy por el
contrario, te ayuda a fortalecerla. Ahora, lo importante es lo otro, no dejarse
corromper, no dejarse quebrantar por unos pesos, por unos instrumentos, por
unos materiales»
La oposición entre
autogestión y autonomía se resuelve trasladándola al plano de los principios en
que se funda el colectivo y el sentido que se le de a su acción. Teniendo
claros estos dos puntos, la organización se hace inmune a los «cantos de
sirena» del clientelismo y la cooptación política, y se esfuma el fantasma de
la corrosión.
«La
conciencia no se puede transar con algo material»
«Pero más allá del financiamiento va el tema del
objetivo. Tú para qué haces ese trabajo, por qué lo haces. Tiene un objetivo
mayor o es hacerlo por hacerlo. Por ahí va el cuento».
Ese argumento es el
que finalmente acerca posiciones y facilita el camino a un consenso en este
punto.
«Son formas no más. Cada grupo tiene que tener la
autonomía de decidir cómo se va a financiar».
Todas las vías son
legítimas. Lo importante son los principios y los objetivos del trabajo. Por
eso finalmente se hace un llamado a concentrarse en la acción y no perder de
vista el objetivo de fondo.
«Hay que tener claros los objetivos de la organización,
porque finalmente es así como nosotros vamos haciendo un trabajo comunitario,
donde finalmente vamos logrando objetivos, estamos en la calle, estamos con los
niños, estamos en terreno, no necesariamente en reuniones conversando qué cosas
podrían o deberían hacer “los otros”».
ii. Los límites de lo juvenil
Una de las
preguntas que abrió la lectura de los caminos fue sobre la especificidad de lo
juvenil. Esta pregunta había quedado abierta desde la conversación sobre las
demandas juveniles y ahora reflotó al conversar sobre las estrategias de
acción.
La respuesta es
compleja. Es difícil fraccionar al ser joven.
«Ser joven es más que ser joven: es ser estudiante,
trabajador, etc. Hasta una conciencia de clase. Todo es una sola cosa, una
totalidad».
Pareciera que la
condición juvenil más se vive que se reflexiona. Por eso no siempre es la
principal fuente de identidad para formar organización social, al menos no
concientemente.
«Yo me acabo de dar cuenta de que ‘ahh, sí, soy una joven
organizada’, pero nunca me articulé respecto a que soy joven. Nunca pasó por
ahí el cuento».
Por eso todos los
grupos coincidieron en que la debilidad del camino que propone fortalecer las
organizaciones exclusivamente juveniles para garantizar los derechos de los
jóvenes es justamente que obliga a hacer una doble separación: en el plano de
los derechos y demandas; y en el plano de la acción.
i.a. Juvenil o social
Pensar en la
especificidad de lo juvenil obliga preguntarse por la especificidad de sus
derechos y demandas. La pregunta central en este caso retoma la interrogante
abierta en la discusión anterior sobre las demandas: hasta qué punto se puede
marcar una separación entre las demandas y los derechos de los jóvenes y las
demandas y derechos de toda la sociedad. Sobre esta pregunta se abrió una
discusión entre dos posiciones.
La primera en un
principio niega la especificidad de lo juvenil, de sus demandas y su derechos.
«- No es que los jóvenes tengan demandas específicas. El
tema es que son demandas como súper generales.
- Claro, en este
momento me dicen ‘¡chuta, cuál es mi demanda como joven!’
- Por eso yo no me
siento identificada hablando de un sujeto de derecho juvenil»
La otra sí reconoce
derechos y demandas específicamente juveniles.
«Lo que te aqueja o lo que te atañe cuando eres joven no
es lo mismo que te va a aquejar cuando seas adulto o lo que te aqueja cuando
eres pequeño. Existe una etapa en la cual las cosas son súper puntuales tanto
de acceso, de medios, de espacios»
El diálogo entre
estas dos posturas se va desarrollando con la conversación y en ese diálogo van
produciendo un juicio compartido: los jóvenes no son un ente separado de la
sociedad, sus demandas se enmarcan en demandas sociales, pero tienen su
especificidad.
«Por ejemplo están los call center. El rango de edad es
como de los 18 hasta los 25 años. Ese es el promedio de los trabajadores. Por
tanto nosotros como Dejucut tenemos que nosotros reflejar la realidad de esos
sindicatos, pero en el marco de una política laboral, de una lucha sindical que
es más grande, pero nosotros sí tenemos que dar a conocer eso desde la
perspectiva juvenil»
El desafío es
definir las demandas específicas de los jóvenes y de los diferentes actores y grupos
y, desde ahí, aclarar la «demanda general» que los une.
«Lo que no podemos hacer es desvincular nuestra lucha con
la lucha de ellos, pero cada uno tiene que plantear sus demandas»
«El tema juventud es transversal también a todas las
luchas sociales»
i.b. Las plataformas de acción
La discusión
anterior corre paralela a la discusión sobre las estrategias de acción. Entre
las dos se alimentan: cada forma de entender la relación entre demandas
juveniles y sociales conecta con formas diferentes de acción.
Si las demandas
juveniles y de los diferentes actores se concentran en su especificidad, la
demandas y los derechos se sectorializan y la acción se fragmenta.
«- Antes estaban los trabajos voluntarios. Iban a
trabajar a las tomas, donde las papas queman.
- Ahora el universitario no pesca. Si en la universidad
decís ‘ya, vamos a organizar un encuentro con trabajadores’, ¡no va a ir
nadie!»
«- El joven, el adulto, el obrero, están todos
organizándose.
- Pero está sectorizado.
- Claro, lo que pasa es que no hay comunicación entre
ellos, pero sí están organizados»
Por el otro lado,
la preeminencia de la demanda social diluye la especificidad de lo juvenil y
subordina su acción al dictamen adulto.
«O sea nadie se da cuenta que los jóvenes cuando están en
una organización que se complementa con adultos, son palomas…, son ‘pa’ los
mandaos’. O sea, no son para nada más, solamente están para ejecutar y no para
pensar, y si piensan, dicen que son rebeldes y los echan»
La salida a este
dilema retoma los puntos a que llegó la discusión anterior. Si las demandas de
los jóvenes se enmarcan en demandas generales de la sociedad y si esas demandas
tienen que expresar las particularidades de la condición y de la identidad
juveniles, la estrategia de acción por defecto es la unidad.
«La organización tiene que salir de sus fronteras, si no
termina siendo una organización que se coarta a sí misma. Lo peor de un grupo
es cuando se autoenajena de la realidad».
«Estamos todos claros que tenemos que articular una
cuestión mayor»
Su articulación es
el Proceso y como tal encierra desafíos. El primero es que las organizaciones
fortalezcan su orgánica interna y sus objetivos, en estructura e identidad. Las
alternativas son diversas y no se excluyen.
«Tenemos que hacernos cargo, reconocernos y
trabajar desde la identidad que sintamos más cercana. O sea, yo soy joven,
también soy mujer, también soy campesina».
«No es que los jovenes se vean sumergidos en todo tipo de
organizaciones, sino que también tengan su instancia, pero con relación al
objetivo mayor, porque también tenemos que mantener una identidad como jóvenes,
pero en coordinación con todo el resto»
«El desafío es complementar nuestra identidad con lo que
nos rodea»
Lo importante es
revertir la fragmentación y el desconocimiento mutuo, pavimentar la
convergencia de actores, tejer redes, abrir espacios de comunicación e
intercambio de información. Se pueden usar las TICS, medios de comunicación
alternativos, hacer encuentros y cualquier forma que permita establecer
comunicación, mantenerla en el tiempo y superar las limitaciones geográficas y
financieras que suelen limitar el tejido.
Otro punto
importante es el equilibrio entre unidad y diversidad. La diversidad de luchas
retoma un dilema recurrente para los nuevos movimientos sociales: cómo lograr
unidad en medio de una diversidad de identidades que presionan por el
reconocimiento de derechos de distinto orden. La salida es convertir la
diversidad en potencia.
«Juntarse entre iguales a veces sirve, pero también sirve
el movimiento grande. Por ejemplo una demanda como educación tiene que ser los
profesores, los papás, los cabros secundarios. ¡Tienen que estar todos!»
«La diversidad de organizaciones es la potencia del
movimiento».
La cuestión también
es numérica: una sumatoria que es también la demostración de fuerza. El
problema es asumir estos desafíos en un escenario marcado por el individualismo
y un desinterés generalizado por la acción colectiva, de enajenación mediática
y tecnologizada. De ahí que en todos los grupos, la generación de conciencia y
la educación popular aparecen como pasos necesarios que se convierten en
compromisos éticos e incluso generacionales.
«Nosotros los jóvenes tenemos que asumir el rol. Los
jóvenes tenemos que estar presentes»
«Yo estoy sembrando para las próximas generaciones. Trato
de que el ejemplo pueda, no sé, dejar una semilla»
iii. Desde dónde: la relación con el Estado
Más allá de si son
generales o específicos, sociales o juveniles, cuando se habla sobre derechos y
demandas aparecen preguntas que terminan siendo inevitables. La primera es
quién define los derechos. La segunda, es la posición de demandante: se demanda
a otro que tiene la facultad de otorgar. En ambos casos el referente inevitable
es el Estado y el sistema político. Lo que se trata de resolver son los
términos de relación que se establece con ambos niveles.
Una postura se
concentra en la inmanencia de los derechos: son intrínsecos y se hacen en el
ejercicio.
«Los derechos se toman, no se piden»
«A veces no nos damos cuenta de la visión asistencialista
de que los derechos hay que pedirlos»
«Por ejemplo, en nuestro caso, no demandamos educación
sexual; nosotros hacemos educación sexual»
En este caso se
obvia al Estado como garante de derechos y receptor de demandas. Sin demanda,
no hay receptor. Tampoco necesidad de políticas públicas, que en este caso
quedan como estrategias de control para situaciones de crisis de poder.
«Al final las políticas públicas existen casi de tapa
boca»
En paralelo circula
otro discurso que no ignora el origen institucional de los derechos, pero toma
su textualidad y la condición jurídica de los derechos como piso base para
desplegar una estrategia de acción política. La finalidad de la acción en este
caso es la introducción de ajustes al sistema democrático. Por eso hace
referencia a un abanico de estrategias que sirven en la disputa por los
diferentes espacios de poder.
«la única forma de generar cambios es estando dentro de
este sistema»
Las versiones aquí
se diversifican dependiendo de dónde se ubique la frontera dentro/fuera. En una
de sus versiones, más que una crítica al Estado en sí, se formula una crítica a
los gobiernos. Por eso no niega totalmente la legitimidad estratégica de la
representación política.
«Si no tenemos representantes de los jóvenes dentro de,
jamás vamos a poder hacer cosas que realmente atañen a los jóvenes»
El problema con la
representación es doble: quién representa y cómo se asegura la coherencia de su
acción. La experiencia de los años de transición ha demostrado el permanente
riesgo de conversión.
«Ese es el miedo, que llegues a funcionar de la misma
forma»
Otra opción es
participar en espacios institucionales manteniendo la independencia
organizacional. El problema es político: los espacios de incidencia política se
reconoce que existen, pero en la práctica excluyen por clausura y selectividad.
«Pero hoy en día tenemos todo eso donde se plantean
políticas de juventud, y nosotros, ¿dónde estamos? Nosotros no estamos ahí»
«Por ejemplo, no sé, la mesa provincial de juventud y el
consejo regional de juventud resulta que todas las regiones los tienen que
tener, y donde a ninguno de nosotros nos invitaron a participar de la
discusión, porque eso se hace entre cuatro paredes más uno que otro de por allá
para limpiarse su propia imagen de que están haciendo algo».
«La misma ley del ministerio de la juventud. Cuántos
jóvenes saben que se está haciendo eso. Ni siquiera ha sido un tema público. Ni
siquiera lo han puesto pa’ la discusión»
El desafío para las
organizaciones es apropiarse de estos espacios y hacerlos canales efectivos de
participación.
«Hay que tomarse los espacios que están ahí, pero que los
dejamos pasar, y al dejarlos pasar los estamos desaprovechando»
Frente a la
clausura de la participación y la exclusión de las organizaciones y voces
críticas, ejercer presión es una posibilidad permanente: abre espacios donde no
había y ha probado ser un mecanismo eficaz para poner las demandas de las
organizaciones al centro de la disputa política.
«Nosotros tenemos que ser capaces de articular
movimientos juveniles tan fuertes que se pueda tener incidencia política y a la
vez ser parte de las luchas sociales que este país necesita»
De esa forma se
puede invertir la lógica vertical y convertir los intereses de las
organizaciones juveniles y sociales en la base para la construcción de
políticas, marcos legales e, incluso, constitucionales.
«Es importante que la generación de propuestas no queden
en el aire y formen parte de un marco legal. Pero que no sea creado desde la
institucionalidad, que no sea impuesto, sino que desde las bases se genere este
marco».
«Nosotros tenemos que ser capaces de ser nosotros quienes
instauramos esas políticas publicas, nosotros tenemos que decir cómo debiesen
de ser»
La pregunta que
reflota en este punto es la definición de los objetivos de la acción.
«Ahora, si se quiere incidir en políticas públicas, hay
que tener claro en qué se quiere incidir».
El sentido de las
acciones vuelve a representar el punto de encuentro entre los diferentes discursos.
Y como ocurre con los caminos para fortalecer las organizaciones, lo que va
produciendo la conversación es que las diferentes estrategias de acción son
todas legitima. Lo importante son los Objetivos comunes.
«Las distintas organizaciones van a trabajar a distintos
niveles, unas más abajo, otras más arriba, pero al final es transformación
social»
VI. Plenaria:
Al terminar la
discusión sobre los caminos, cada grupo tuvo que plasmar en papel su propia
conversación y luego exponerla en una plenaria con todos los participantes del
encuentro. A continuación se exponen el contenido de los resúmenes que hizo
cada grupo.
Grupo 1:
- Fortalecimiento de las organizaciones sociales en base a las
aspiraciones, expectativas y objetivos comunes.
- Crear y promover redes de trabajo colaborativo entre diversas
organizaciones.
- Protagonizar críticamente la generación, planificación, ejecución y
evaluación de políticas públicas orientados a la juventud.
|
Grupo 2:
- Fortalecer nuestras propias organizaciones a través de la educación
popular y articular una red social que sirva de apoyo para asegurar los
derechos.
- Las mismas formas de lucha no son excluyentes entre sí, creo que
hay que generar autonomía, resignificar, crear desarmar, dentro de nuestros
contextos de lucha.
Es importante la transversalización de las luchas, ayudarse,
comunicarse, bajo un concepto más amplio que es el ser joven, usando
estratégicamente recursos redes y usar la capacidad transformadora de cada
una de las organizaciones a las que pertenecemos.
|
Grupo 3:
Grupo 4:
- Articulación de
redes.
- Las demandas
sociales son generales, pero deben perspectiva ‘joven’.
- Veremos como
segmentos, más que como fragmento.
- Autogestión =
autofinanciamiento.
- Utilización de
los recursos = a venderse ‘autonomía’
Conceptos claves
------ Inclusión/Exclusión
Ciudadano/no ciudadano
Pertenencia/desplazamiento
|
Tras la exposición,
se abrió una nueva conversación para comentar los trabajos grupales y tratar de
buscar los puntos comunes y diferentes entre las conversaciones. Si se observa
el listado que resume el diálogo de la plenaria, son bastante más los puntos
comunes que los diferentes. El listado de semejanzas resumen algunos de los
principales consensos as los que fueron llegando las conversaciones grupales.
La primera semejanza es refleja la conclusión a la que llegaron todos los
grupos después de leer los pro y contra de cada camino: todos tienen
cosas buenas y malas y de todos se puede sacar los bueno.
«Ninguno de los caminos bastaba, por lo tanto ninguno de
los tres lo podíamos negar. Mientras no fuera en contra o fuera perjudicial
para el movimiento juvenil, no había por qué elegir uno. En eso hubo varias
semejanzas. Algunos incluso crearon un cuarto camino que finalmente eran una
síntesis de los tres o de lo mejor de los tres».
Por eso otros dos
puntos que se nombran como coincidencias son la necesidad de fortalecer los
mecanismos de autogestión de las organizaciones juveniles y, desde ahí, o al
mismo tiempo, articular redes, hacer tejido social, definir objetivos comunes,
y eso lleva a otro punto común: la necesidad de aclarar objetivos y conceptos.
«No creo que la articulación por sí misma sea suficiente.
Hay que tener claro el por qué nos vamos a articular y hacia dónde vamos a
apuntar»
Otro punto común
que se señaló en la plenaria retomó la pregunta sobre las demandas y derechos.
Lo que acerca las posiciones de los diferentes grupos fue la respuesta que
dieron a la cuestión sobre la especificidad de los derechos y demandas
juveniles.
«La forma de abordar la discusión tenía que ver con la
transversalidad de las demandas. No había como una especificidad en el hecho de
ser joven. Por lo menos tres grupos dijeron claramente que el tema no era un
tema de demanda juvenil, sino que un tema de demanda social»
Aunque luego se
introduce un matiz que hace diferencia
«Dos grupos lo expusieron de esa manera en que sí era
necesario hacer como esa pequeña diferencia en cuanto a las demandas, o sea,
dos grupos decían: son demandas sociales, pero tienen que verse desde un punto
de vista juvenil, para estas demandas en general, y había otros que mencionaron
que específicamente sí había demandas en el tema juvenil. Pese a todo se
mantiene el hecho de la transversalidad de las demandas»
La última
coincidencia viene de la discusión sobre la relación con los espacios
institucionales. En todos los grupos hubo diferentes formas de resolver las
contradicciones que plantea esta relación, pero más allá de si se opta por la
postura autónoma o la estratégica, lo importante es que los grupos coincidieron
en que
«Yo creo que eso es una semejanza, que no todos nos
compramos el cuento ese del ser ciudadano, que son temas como institucionales,
que ya no es pueblo, es ciudadanía, pero ¿qué es hoy día ser ciudadano? Yo se
lo que es ser pueblo»
Diferencias
|
Semejanzas
|
-
Negación del Estado para los jóvenes.
- Sobre lo que significa ser joven.
|
- No preferencia por algún camino
específico.
- Fortalecer mecanismos de autogestión de
las organizaciones juveniles.
- Generación/articulación/fortalecimiento,
potenciamiento de REDES sociales, virtuales, tejido social.
- Transversalidad de la demanda juvenil como
demandas generales, con algunas especificidades hacia lo juvenil.
- La no
aceptación de la categoría ciudadanía. Reemplazo por otra categoría menos
institucional: pueblo.
|
VI. Los mensajes
Para cerrar el
encuentro, la última actividad consistió en que cada participante pensara en un
destinatario y le escribiera un mensaje. Los destinatarios fueron diversos.
Hubo varios participantes que destinaron sus mensajes a autoridades o
dirigentes vecinales; otros a los participantes del encuentro; otros a un
destinatario abstracto e incluso un mensaje a sí mismo. Los mensajes son de
contenido diverso y hacen referencia a diferentes temáticas, pero más allá de
las diferencias de destinatario y contenido, al unirlos suenan como un llamado
a la organización, la reflexión y el compromiso con la acción transformadora de
los movimientos sociales.
¿Qué mensaje o reflexión dejarías y a quién se lo
enviarías, sobre la discusión y temas tratados en este encuentro?
|
|
Para
|
Mensaje
|
Ministerio de Educación
|
Pedimos a gritos
un cambio en nuestra educación.
|
Todos
|
La unión hace la
fuerza, buscar punto en común y trabajar por nuestros derechos.
|
Los pueblos oprimidos del mundo.
|
Aunar fuerzas
para enseñar para generar o construir las bases estructurales de una sociedad
que excluya las relaciones de opresión, basada en la libertas y DD.HH.
|
Las
compañeras de lucha.
|
Necesidad de
espacios de discusión ideológicas, como base amor, respeto y la reciprocidad.
|
Para mi hijo
|
Entregar a los
hijos honestidad y la paz.
|
Mi amiga
|
Este encuentro de
jóvenes nos ha ayudado al conocimiento hacia nuestros derechos, con el deber
y derecho de replicarlos a otros jóvenes.
|
Todos (as) y Alcaldía y municipio de Viña
|
Urgencia
organizarse, exigir recursos es nuestro derecho, son nuestros recursos.
|
Mis compañeros de mi vida.
|
Construir
nuevamente los elementos que han sido despojados (autogestión,
autodeterminación, consenso, amor y libertad) por la lógica individualista y
competitiva.
|
Todas
|
El único camino
es la unidad entre los jóvenes, criticar, autocrítica, construir.
|
Quien desee recogerlo.
|
Los miedos,
temores, incertidumbres y confusiones respecto cómo y quiénes dirigen
nuestras demandas y derechos. Ser solidario con los sueños e iniciativas.
|
Quien lo quiera leer
|
La mejor manera
de discutir ampliamente son este tipo de encuentros, para luego crear nuevas
organizaciones de jóvenes y reeditar el sentido social.
|
Tania
|
Gratificante tu
invitación, el tema fue de importancia social donde hubo conceptos difusos
pero a la vez relacionados con la juventud actual.
|
La misma
|
Tener mayor
conciencia de tus derechos, capacidad de exigirlos, de escuchar a los demás.
|
Los jóvenes
|
Crear una
identidad como grupo, no todos los jóvenes que se organizan tienen como
objetivo realizar un cambio social, sino lo que quieren es ser escuchados.
|
Presidenta de la junta de vecinos de mi
sector.
|
Escúchenos,
tenemos ideas, necesitamos que nos ayuden y comprendan.
|
La juventud que no está ni ahí
|
Conózcanse y
cumplan con su deber de ejercer sus derechos.
|
Alumnos del colegio
|
Por favor
organícense!
|
Se debe
fortalecer la educación en general, ocupar términos como política, si somos
jóvenes también podemos comprometernos y cambiar la imagen que en general se
tiene de nosotros, reenvindicación sobre la acción de los jóvenes.
|
|
La población del país.
|
Permitirse
participar en grupos sociales, espacios comunitarios, darse el tiempo y si no
los hay construirlos,
|
Los presidentes regionales de Sudamérica
|
Cuidar nuestras
tierras para los demás, sólo somos guardianes de nuestra madre tierra. El
derecho de vivir en plena libertad ante los demás.
|
Todas
|
Tener en cuenta
que tu opinión es parte de tu identidad.
|
Conace o Previene
|
Financiamiento.
|
Los Pensantes
|
No engrupirse,
actuar natural y sincero.
|
VIII. Evaluación
El último momento
del encuentro fue de evaluación. Su propósito fue abrir los diferentes
componentes del Grupo de Diálogo a la crítica de los participantes. La dinámica
partió por intervenciones individuales que fueron siguiendo el orden en que estaban
sentados. Con eso se aseguró que todos y cada uno pudiera expresar sus
reflexiones sobre lo vivido durante el encuentro y se evitó que la evaluación
terminara «monopolizada» por los participantes más activos.
Lo que produjo esta
ronda evaluadora fue un conjunto de juicios sobre la instancia del encuentro y
los aprendizajes que dejó la discusión. Sobre el encuentro, un primer juicio
rescató lo significativo del encuentro. La apreciación compartida es que en
tiempos marcados por la individualización y la atomización social, la ausencia
de espacios de encuentro y la despolitización, el hecho de haberse podido
reunir una diversidad de jóvenes que están organizados y «haciendo cosas» fue
importante en sí mismo.
«Es difícil encontrar espacios para juntar a jóvenes tan
distintos, con luchas tan diversas».
«Independiente de quién nos convoque, este tipo
de instancias es bueno porque podemos ver en qué está el otro, cuáles son los
puntos que nosotros tenemos en común».
Sobre lo que
quedaron dudas fue respecto a los temas propuestos. Algunos participantes
quizás habría sido mejor no reducir la conversación a la garantía de los
derechos juveniles solamente. Pero más allá de lo acertado o no del tema
propuesto, la posibilidad de conversar sobre temas que dan vueltas en las
organizaciones fue otro de los aspectos que se valoran del encuentro. Si en
principio conversar parecía simple, en la práctica no lo era tanto. Requirió un
doble ejercicio: aclarar los propios conceptos y aprender a escuchar. El primer
momento implicaba exponer a otros los sentidos y razones de la propia acción.
El momento de la escucha exigió abandonar los juicios preconcebidos, «abrir la
mente» y disponerse al intercambio de miradas y posturas. Ese solo ejercicio
fue uno de los aprendizajes que dejó el encuentro. Conversando, la inquietud
inicial sobre las posibilidades de establecer una conversación entre
organizaciones tan diversas en temáticas y formas de acción terminó llevando a
una conclusión común: que por sobre las temáticas específicas y las formas de
acción, las acciones parecieran tener un mismo sentido.
«Independiente del color, independiente de la
forma, la lucha es la misma. Todos queremos lo mismo. Todos vamos a un mismo
Norte. Pero los trabajos son distintos. Nuestros discursos son distintos,
nuestro pensamiento, nuestros ideales, nuestros gustos son distintos. Lo que es
lo mismo es la lucha».
«Al final estábamos todos pensando lo mismo. Todos están
trabajando por hacer de esta una sociedad más justa. La diferencia está en el
cómo».
Lo otro que dejó el
encuentro fueron varios desafíos. El primero es transferir la experiencia a sus
propias organizaciones. En su rol de dirigentes o representantes, asumen el
traspaso de lo aprendido a los demás miembros de la organización como un deber.
Esa es una forma concreta de darle sentido y continuidad a la participación en
el encuentro.
«Los dirigentes pasan y las organizaciones quedan».
El segundo es darle
continuidad a la reflexión, profundizarla, aclarar conceptos, definir objetivos
y generar propuestas. Para eso es necesario que los miembros de las
organizaciones estén informados, que estén en permanente actualización, que
para eso aprovechen las posibilidades que ofrecen las tecnologías de la
información, y que se preocupen de intercambiar información entre las
organizaciones. De aquí se abre el tercer desafío, que es darle continuidad a
las relaciones que se establecieron en el marco del encuentro. En este punto
surgió un conjunto de propuestas. Se propuso que las organizaciones que
participaron del encuentro armaran una red y levantaran una plataforma virtual
que les permitiera mantener la comunicación e intercambiar información sobre
las actividades que estuvieran realizando. Otros propusieron que si bien el
aprendizaje había sido la importancia de generar redes, esas redes no
necesariamente tenían que reducirse solamente a las organizaciones que habían
participado del encuentro. Más pertinente y práctico quizás sería conformar
redes entre las organizaciones que están en contacto permanentemente y a desde
ahí ampliar sus rango de la alcance. Lo otro que se propuso fue replicar estas
instancias de encuentro y de reflexión en otros espacios.
«Creo que también deberíamos generar instancias de
conversación de nosotros mismos. Deberíamos seguir reproduciendo estas cosas.
Estas cosas son las que nos enriquecen».
Por último, quizás
un desafío que no se hizo tan explícito, pero que estaba «flotando en el
ambiente» fue la necesidad de bajar la reflexión a terreno, plasmarla en
acciones concretas, lo que en el fondo lleva la evaluación al permanente
desafío que encierra la dialéctica entre teoría y praxis.
«Está bien dialogar y conversar, pero el trabajo tiene
que ser real y estar comprometidos todos los días»
VII. Comentario final
Visto en
retrospectiva, la experiencia del trabajo en los Grupos de Diálogo dejó varios
elementos que pueden ser interesantes para comprender los fenómenos que . Para
empezar por el principio, un elemento relevante fue la adhesión a la
convocatoria. Fueron muy pocas –no más de tres- las organizaciones que
finalmente no respondieron al primer contacto que se hizo por correo
electrónico. La gran mayoría sí lo hizo e incluso hubo un par que respondió
para explicar su negativa. La diplomacia habla de la importancia que reviste el
trabajo en las organizaciones, que está lejos de ser un pasatiempo. Lo confirma
la disposición a participar del encuentro: todas las organizaciones que
comprometieron su asistencia finalmente llegaron, lo que no deja de ser
relevante, sobre todo teniendo en cuenta
que probablemente no muchos tenían claridad de a qué iban. No es menor, en este
sentido, que algunos participantes hayan tenido que viajar largas distancias
para acudir al encuentro. Todo hace pensar que entre las organizaciones hay un
evidente interés por participar de espacios de encuentro.
Sobre las
actividades que propuso la dinámica de trabajo, se puede decir que lograron
producir un conjunto de huellas en y entre los participantes, unos más
palpables que otros. El hecho de que todos coincidan en valorar el aprendizaje
de hablar y escuchar ya es importante. Los otros tuvieron que ver con los temas
de conversación. Vista en su conjunto, la discusión sobre los caminos tuvo la
facultad de poner a los participantes frente a una serie de temas que no
necesariamente se habían detenido a reflexionar. La condición de jóvenes, por
ejemplo, para muchos participantes pasaba desapercibida. Pero lo que es más
importante, la participación en el encuentro permitió descubrir a los
participantes que por sobre la diversidad de temáticas de cada organización
y por sobre las estrategias de acción,
hay un objetivo compartido: la construcción de movimiento transformador. Por
eso la necesidad de trabajar en red, que el equipo coordinador trató de fomentar
envió a cada participante una lista con todas las direcciones de correo. Cómo
siga y lo que produzca queda en manos de las organizaciones.
Felipe Ghiardo, Sociólogo.