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lunes, 22 de octubre de 2012

Como vemos los jóvenes las políticas publicas.


Uno de los elementos recurrentes al momento de analizar las políticas de juventud en Latinoamérica es que fallan al momento de interpretar las demandas de la juventud. El proyecto «Juventudes Latinoamericanas: diálogos para una nueva democracia» ha intentado ayudar a definir esas demandas. En un primer momento se hizo explorando las demandas generales de la juventud de los diferentes países. Luego, discutiendo sobre las demandas específicas de diversas organizaciones juveniles, las significaciones que le atribuyen los jóvenes organizados a la condición juvenil y los discursos que producen al relacionar demandas con instituciones. Paralelamente se aplicó una encuesta representativa de jóvenes y adultos para describir algunas tendencias que conforman el campo de juventud en los diferentes países. Y para este cuarto momento, se realizó un Grupo de Diálogo al que se invitó a participar a cerca de cuarenta jóvenes que pertenecen a una diversidad de organizaciones juveniles.



Los Grupos de Diálogo son una técnica de investigación social que va explorando las diferentes aristas de un tema mediante un conjunto de dinámicas de conversación. El objetivo central de la técnica es entregar herramientas para contextualizar el tema y luego producir diálogos grupales en que los participantes tienen que tomar posición sobre algunas de las alternativas de acción que ofrece un problema. En el caso de este estudio en particular, el objetivo del Grupo de Diálogo fue generar una conversación sobre las estrategias y acciones que los jóvenes organizados identifican como las más legítimas y eficaces en la búsqueda de garantías a la condición de «sujetos de derechos» de las y los jóvenes. Con este ejercicio se esperaba descubrir nudos críticos y recolectar sugerencias concretas que sirvieran tanto para fortalecer diferentes formas de organización de jóvenes que actúan en la sociedad civil como para incidir sobre la construcción de políticas públicas dedicadas a los jóvenes.


II. Metodología

Producir un Grupo de Diálogo es un trabajo logísticamente complejo. El alto número de convocados que exige la técnica plantea un conjunto de exigencias que deben ser resueltas por el equipo organizador. El primero es decidir un espacio adecuado. Para los coordinadores era importante que el lugar en que se iba a hacer el encuentro, además de estéticamente acogedor, permitiera cubrir las necesidades de hospedaje, alimentación y desarrollo de las actividades todo en un solo lugar para evitar desplazamientos, pérdidas de tiempo y posibles deserciones entre momentos y jornadas. Se revisaron las opciones y finalmente se optó por un centro recreacional que tiene el Departamento de Bienestar del Banco del Estado de Chile en la ciudad de Quilpue y que habitualmente se contrata para este tipo de jornadas.

El segundo problema fue la convocatoria. No era fácil convocar voluntariamente a cuarenta organizaciones y además cumplir con los criterios de diversidad temática, territorial y paridad de género. Hubo que recurrir a un conjunto de canales y redes de contacto. Lo primero y más directo fue convocar a algunas de las organizaciones que habían participado en los Grupos Focales que se organizaron en las ciudades de Iquique, Valparaíso, Santiago y Concepción. De esa forma se le daba continuidad a ambas etapas. En el caso de Iquique, se convocó directamente a dos participantes del grupo focal que se realizó en esa ciudad. En el resto de las ciudades, las estrategias se ampliaron. En Valparaíso los canales de convocatoria fueron varios. Se convocó a las organizaciones que participaron en el Grupo Focal, se echó mano a la red de contactos personales de miembros del equipo investigador, y se estableció contacto con la Unión Comunal de Organizaciones Juveniles de Viña del Mar, una organización autónoma que agrupa a un conjunto diverso de organizaciones juveniles que funcionan en la comuna. Por esta vía se convocó a un grupo de organizaciones que pertenecen a la UNCO, y por intermedio de la red de contactos de su directiva, se extendió la convocatoria a otras agrupaciones. En el caso de Santiago, se estableció contacto con una serie de organizaciones de inmigrantes peruanos, se les extendió una invitación y finalmente se convocó directamente a las organizaciones que respondieron afirmativamente. Y en el caso de Concepción, la convocatoria también tuvo dos canales. El primero fue convocar a parte de las agrupaciones altermundistas que participaron del grupo focal, y la segunda se realizó por intermedio del Departamento de Jóvenes de la Municipalidad de Concepción, a quienes se les pidió el favor de definir un grupo de organizaciones que trabajaran en diferentes temáticas. El encargado hizo el primer contacto y el equipo de investigación se hizo cargo del segundo momento de la convocatoria.

Mediante esa combinación de vías de convocatoria se logró reunir finalmente a un total de 40 participantes que pertenecían a 28 organizaciones diferentes. La composición del grupo resultó territorial y temáticamente diversa. Llegaron representantes de dos agrupaciones de Iquique -ambas habían participado en la etapa de los grupos focales-, ocho organizaciones de Concepción, una de Villa Alemana, dos de Quilpue, cinco de Valparaíso, tres de Santiago -dos de ellas con sede en la capital, pero con alcance nacional-, seis de Viña del Mar y una de San Felipe.

El espectro de organizaciones incluyó agrupaciones que defienden los derechos a la diversidad sexual y las prácticas de salud sexual y reproductiva; un conjunto de centros culturales que trabajan a nivel territorial organizando diferentes tipos de actividades; organizaciones que trabajan por la reivindicación de la autonomía cultural y política de los pueblos originarios, fundamentalmente mapuches; dirigentes estudiantiles universitarios; militantes de partidos políticos; miembros de grupos que organizan encuentros para la práctica y difusión de deportes urbanos , específicamente el skate; dirigentes sindicales que integran el Departamento Juvenil de la Central Unica de Trabajadores de Chile (Dejucut); integrantes de organizaciones de mujeres trabajadoras del mundo rural; miembros de agrupaciones ecologistas que trabajan a nivel local e integrantes de radios comunitarias.

Otro aspecto relevante del grupo fue su composición etárea. Hubo desde representantes de diferentes edades, desde dirigentes de estudiantes secundarios que dan lo que podrían ser sus «primeros pasos» en el trabajo dentro de organizaciones hasta jóvenes actualmente gestores culturales que han tenido una larga trayectoria en el trabajo en distintos tipos de organizaciones (estudiantiles y culturales, fundamentalmente). Esa dispersión etárea hizo del Grupo de Diálogo un espacio de encuentro e intercambio de experiencias entre diferentes generaciones de dirigentes sociales jóvenes.

III. Los momentos del diálogo

La metodología de trabajo para el Grupo de Diálogo considera una serie de momentos que van hilando la discusión. El primer momento fue de información. El propósito fue que los participantes entendieran el proceso en el que se enmarcaba el Grupo de Diálogo. Al momento de la inscripción se les obsequió un ejemplar de los textos producidos en las dos etapas anteriores de la investigación (situaciones tipo y grupos focales) y, acto seguido, se hizo una presentación general del proyecto. Tras responder las preguntas que generó la exposición, se pasó a una dinámica de integración grupal que sirvió para distender a los participantes, facilitar su acercamiento y generar un clima de confianza. Después de eso se pasó a los momentos de trabajos grupales.

1. La conversación sobre las demandas:

El primer trabajo grupal fue una conversación sobre el listado de siete demandas que habían sido definidas en una etapa anterior del estudio. Para este ejercicio se conformaron ocho grupos. Siete discutirían una de las siete demandas cada uno, y el octavo debía agregar una nueva demanda que no estuviera en la lista, que en definitiva se decidió por el reconocimiento a los derechos de los pueblos originarios. La pregunta que tendría que resolver cada grupo era si estas demandas constituyen o no un derecho y en qué medida se encuentran garantizados en Chile. A modo de introducción, se expuso una serie de videos que dramatizan algunos de los derechos contenidos en la Carta Fundamental de Derechos Humanos y posteriormente se pasó al trabajo de grupos propiamente tal.

En líneas generales, la discusión sobre la condición de derecho juvenil de las demandas fue bastante similar y se centró básicamente en dos interrogantes: si las demandas son derechos exclusivamente juveniles, y en las condiciones para asumir que los derechos están plenamente garantizados por el Estado. Sobre el primer punto, la conclusión general es que en todos los casos, más que de demandas y derechos de los jóvenes, se trata de demandas sociales generales extensibles a todos los grupos de población. Demandas como el transporte, la salud, la educación, el trabajo, el acceso a la cultura, la garantía de un ambiente limpio, son demandas por derechos sociales que están lejos de restringirse solamente a los y las jóvenes. Que hayan sido dichas por jóvenes no las hace demandas y derechos de la juventud.

Sobre el segundo punto, la conclusión a la que llegaron todos los grupos fue que si bien en algunos casos se reconocen avances, con políticas de acceso y legislaciones específicas, ninguno de estos derechos está plenamente garantizado en Chile. En derechos como la salud y la educación, por ejemplo, si bien el Estado les da ese estatuto, lo hace sólo nominalmente, no en la práctica. El factor que marca esa distancia pasa por las desigualdades estructurales. No se puede asumir que el trabajo se reconoce como un derecho si en la práctica el trabajo digno es realidad de pocos. Cuando se ponen sobre la mesa las desigualdades que produce y reproduce, el trabajo deja de ser derecho garantizado. Lo mismo ocurre con la educación: la legislación chilena la reconoce como un derecho, pero en la práctica las desigualdades educacionales y la ausencia de una política pública que las reduzca impiden asumirlo como un derecho garantizado. El acceso no basta. La garantía exige la igualación de condiciones en acceso y ejercicio pleno.

2. Los caminos

a. Tendencias de los caminos

El segundo momento de discusión temática fue sobre los caminos o las estrategias a seguir para garantizar los derechos de los jóvenes. Para introducir elementos que armaran el contexto para este segundo momento se presentó parte de los datos que produjo la encuesta que forma parte de este mismo proyecto de investigación. La idea fue que los participantes del encuentro pudieran comparar el comportamiento de la población chilena y el de la población de los otros cinco países en una serie de opiniones (aborto, pena de muerte, legalización de la marihuana, entre otros) y comportamientos (participación en organizaciones, etc.) que podían servir de insumos para la discusión.

Posterior a eso se expuso el contenido de la discusión, se explicó su sentido, se describieron los caminos y distribuyeron los grupos. La composición de cada grupo había sido preestablecida por el equipo coordinador. El criterio fue darles diversidad temática y garantizar paridad entre sexos. Cada grupo trabajó en mesas dispuestas en diferentes puntos del espacio en que se realizó el encuentro. La idea fue aprovechar las instalaciones para evitar que hubiera más de un grupo en una misma sala y, de esa forma, garantizar las condiciones para los trabajos grupales.

Entre ambos momentos se aplicó la Ficha Inicial dispuesta en la pauta de trabajo. Con este instrumento se pudo sondear la adhesión que generaba cada uno de los tres caminos antes de la conversación grupal. Los datos de este instrumento arrojaron que, en principio, el camino con más adhesión fue el que propone que las organizaciones juveniles establezcan alianzas con organizaciones con otro perfil y se integren en luchas sociales generales (camino 2). Este fue también el camino en que hubo menos diferencia de opinión. Lo contrario ocurrió con la propuesta de fortalecer solamente las organizaciones juveniles (camino 1). Fue la que menos adhesión generó y en la que las opiniones fueron más discordantes.

Después del diálogo grupal, la mayor parte de los participantes mantuvo su opinión inicial. El orden de importancia siguió siendo el mismo, con la alternativa de vincular las demandas juveniles con las demandas generales de la sociedad como la opción con más fuerza, y con la alternativa de espacios estrictamente juveniles como la que menos sentido hace. Un dato interesante es que, al observar el conjunto de las opiniones en el primer y segundo momento, los tres caminos presentan bajas en su valoración. La explicación es que uno de los resultados del diálogo pareciera ser la construcción de una salida intermedia que suaviza las respuestas extremas de adhesión y rechazo respecto a cada uno de los tres caminos.

El espacio que contemplaba la ficha final para fundamentar la segunda respuesta es una primera entrada que permite captar las razones tras las tendencias. Sobre el camino 1, los argumentos de los participantes señalan que el fortalecimiento de las organizaciones juveniles es un paso fundamental que hace posible el despliegue del «inevitable impacto social» que se atribuye a la juventud cuando se organiza, pero que para algunos pierde potencia cuando su acción se cierra en demanda estrictamente juveniles y las organizaciones se forman por criterios de edad o de género y no afinidad temática. En ese sentido, la organización juvenil es importante, pero como «primer paso para algo mucho más grande». Sobre el camino 2, las observaciones valoran positivamente el intercambio de experiencias con adultos, pero sin que eso implique subordinación, pérdida de las especificidades juveniles ni cooptación adultocentrista. Y sobre el camino 3, las lo que se dice es que el vínculo con instituciones gubernamentales es importante para avanzar hacia la garantía de los derechos de los jóvenes, «siempre y cuando sea como mutuo fortalecimiento y no en una lógica asistencial», se incluya a la diversidad de visiones y experiencias, con mecanismos eficaces de participación y diálogo, la presencia de todas las organizaciones y que se aboquen a las demandas concretas y genuinas de las organizaciones. Por eso finalmente los movimientos hacia posturas intermedias en la escala de adhesión para cada camino propuesto, que se resume en una observación general que formula en su ficha uno de los participantes: «Mezcla de las tres: fortalecer la organización joven, fortalecer los vínculos y trabajar con instituciones».

b. La conversación sobre los caminos

La segunda entrada que muestra la  de los argumentos es analizar el camino que recorrieron las conversaciones grupales sobre los tres caminos propuestos. Esta era la parte central de la dinámica del Grupo de Diálogo. Como apoyo, se dispuso un material donde se describía cada camino y se adjuntaba un conjunto de pro y contra que están dentro de los posibles para cada línea de acción.

La opción metodológica del equipo investigador fue intervenir lo menos posible en el trabajo grupal eliminando la figura del observador, confiando en la capacidad de autorregulación de los grupos y limitándose a asegurar el correcto registro de las conversaciones, siempre dispuesto, por cierto, a resolver eventuales dudas sobre algún aspecto de la dinámica de trabajo.

La conversación en los diferentes grupos tuvo una estructura similar: los primeros momentos fueron de oposición entre las diferentes posiciones sobre la acción colectiva. Momento, por lo tanto, sin puntos de encuentro, pero sí de diálogo. Después de eso, y en la medida que se fueron desplegando los discursos, el diálogo fue produciendo puntos de encuentro que si bien no alteraron completamente las bases ideológicas de los discursos, sí produjeron espacios de encuentro. Lo que produce entendimiento es la necesidad de objetivos comunes. Por eso el punto de coincidencia básico que aparece en todos los grupos es que todos los caminos son válidos, que de cada uno hay algo que rescatar y que de ese rescate se puede ir construyendo un camino nuevo.

«Si lo analizamos bien, finalmente es un proceso, que yo creo que la mejor organización que puede haber es la que conjugue esos tres caminos, que mantenga el grado de autogestión, que también tenga el sentido de lo exclusivamente joven en el sentido de cómo tratai tú de focalizar políticas hacia los jóvenes, y cómo vai generando nuevas redes de apoyo desde los jóvenes»

El Camino es un Proceso y la conversación sobre los caminos, un recorrido por los dilemas que enfrentan las organizaciones que están involucradas en su construcción.

i. Autogestión, autonomía, objetivos

El primer dilema es el de la autogestión. Como principio de acción, la autogestión representa un ideal para toda organización social. El punto ciego es que no está claro qué significa.

«Conozco 5 o 6 definiciones sobre lo que significa la autogestión»

Lo que recubre los dilemas en torno a la autogestión es el problema del financiamiento y los alcances que puede tener sobre la autonomía de las organizaciones. El punto en que se diferencian las posiciones es cuando aparece la referencia a los fondos públicos.

Para un conjunto de organizaciones, la autogestión es un principio que cubre todos los planos de acción, desde la concepción del trabajo hasta las vías de financiamiento. En este discurso, la autogestión es un valor en sí mismo porque asegura autonomía en el plano de las acciones y objetivos, y porque evita el riesgo de la cooptación política y el clientelismo, dos elementos que amenazan con corromper las bases de las organizaciones. Estos elementos ideológicos en que se funda la postura de la autogestión radical no se pueden entender como simples negaciones puristas a los fondos gubernamentales. La negación viene de la experiencia, en la decepción y la desconfianza producidas en el trabajo con organismos estatales que privilegian la burocracia administrativa a la intervención con sentido.

«Al tener todas estas experiencias de tantas mentiras, tantas cosas que dejan inconclusas, a nosotros como organización no nos da ninguna gana de trabajar con ninguna institución del gobierno ni ninguna institución. ¡Ya no le creemos a nadie! Y esa autonomía, la única manera de conseguirla es con autogestión».

Pero hay otra razón que justifica esa negación y tiene que ver con una retórica sobre la autogestión de los recursos que apela a los elementos afectivos y simbólicos que reporta al grupo el hecho de compartir un mismo esfuerzo.

«Los que son autogestionados yo encuentro que se apegan más entre ellos, son como más unidos»

«Hay cosas que se dan dentro de la autogestión que se pueden llegar a poner en práctica dentro de la misma organización. Ahí estás generando también calidad humana, de ayudarse, de ponerse en el lugar del otro, y eso es bueno»

«De repente, a lo mejor postular a proyectos del Estado muchas veces conlleva a que se generen organizaciones fantasma, que al final les llegó la plata, compraron lo que iban a comprar y la organización se cae. No hay un sustento de un apegamiento de decir “esta cuestión me costó hacerlo, me costó hacer la actividades”. Pero en el caso contrario, ya viene alguien y te regala lo que necesitabas».

Esta carga afectiva del trabajo en organizaciones le introduce elementos de subjetividad a los objetivos que le permiten a este discurso poner el problema del sentido por sobre los problemas estrictamente organizacionales de la gestión.

«Aunque económicamente estoy quebrado, las cosas las he hecho con cariño. Así uno deja va dejando huella».

Paralelo a este discurso que apela a un dogmatismo en la autogestión como seguro de autonomía, circula otro que se plantea. En este discurso, autonomía y autogestión no responden a un mismo principio. La autogestión es cómo se resuelve el problema de los recursos para realizar actividades y lograr objetivos, y en eso los fondos estatales también son válidos. No hay contradicción. En el fondo se apela a un legítimo derecho ciudadano.

«¿Quiénes son los contribuyentes de este Estado? Nosotros. ¿Quiénes pagamos impuestos? Nosotros. Por lo tanto, todos esos recursos que están en las instituciones gubernamentales o estatales nos corresponden y hay que hacer uso de ellos»

Recurrir a fuentes externas queda, entonces, como un asunto meramente estratégico, instrumental, que sólo busca solucionar el problema práctico de darle continuidad a las organizaciones y a sus actividades, y en la medida que efectivamente lo hace, incluso se convierte en soporte para la autonomía.

«Si no eres tú van a ser otros, y si los otros, dependiendo de las manos en que caigan, pueden hacer algo absolutamente contrario a los objetivos de tu organización. Entonces, ¡por qué no ocuparlos! Eso no tiene por qué dañar tu autonomía como organización, sino muy por el contrario, te ayuda a fortalecerla. Ahora, lo importante es lo otro, no dejarse corromper, no dejarse quebrantar por unos pesos, por unos instrumentos, por unos materiales»

La oposición entre autogestión y autonomía se resuelve trasladándola al plano de los principios en que se funda el colectivo y el sentido que se le de a su acción. Teniendo claros estos dos puntos, la organización se hace inmune a los «cantos de sirena» del clientelismo y la cooptación política, y se esfuma el fantasma de la corrosión.

 «La conciencia no se puede transar con algo material»

«Pero más allá del financiamiento va el tema del objetivo. Tú para qué haces ese trabajo, por qué lo haces. Tiene un objetivo mayor o es hacerlo por hacerlo. Por ahí va el cuento».

Ese argumento es el que finalmente acerca posiciones y facilita el camino a un consenso en este punto.

«Son formas no más. Cada grupo tiene que tener la autonomía de decidir cómo se va a financiar».

Todas las vías son legítimas. Lo importante son los principios y los objetivos del trabajo. Por eso finalmente se hace un llamado a concentrarse en la acción y no perder de vista el objetivo de fondo.

«Hay que tener claros los objetivos de la organización, porque finalmente es así como nosotros vamos haciendo un trabajo comunitario, donde finalmente vamos logrando objetivos, estamos en la calle, estamos con los niños, estamos en terreno, no necesariamente en reuniones conversando qué cosas podrían o deberían hacer “los otros”».


ii. Los límites de lo juvenil

Una de las preguntas que abrió la lectura de los caminos fue sobre la especificidad de lo juvenil. Esta pregunta había quedado abierta desde la conversación sobre las demandas juveniles y ahora reflotó al conversar sobre las estrategias de acción.

La respuesta es compleja. Es difícil fraccionar al ser joven.

«Ser joven es más que ser joven: es ser estudiante, trabajador, etc. Hasta una conciencia de clase. Todo es una sola cosa, una totalidad».

Pareciera que la condición juvenil más se vive que se reflexiona. Por eso no siempre es la principal fuente de identidad para formar organización social, al menos no concientemente.

«Yo me acabo de dar cuenta de que ‘ahh, sí, soy una joven organizada’, pero nunca me articulé respecto a que soy joven. Nunca pasó por ahí el cuento».

Por eso todos los grupos coincidieron en que la debilidad del camino que propone fortalecer las organizaciones exclusivamente juveniles para garantizar los derechos de los jóvenes es justamente que obliga a hacer una doble separación: en el plano de los derechos y demandas; y en el plano de la acción.

i.a. Juvenil o social

Pensar en la especificidad de lo juvenil obliga preguntarse por la especificidad de sus derechos y demandas. La pregunta central en este caso retoma la interrogante abierta en la discusión anterior sobre las demandas: hasta qué punto se puede marcar una separación entre las demandas y los derechos de los jóvenes y las demandas y derechos de toda la sociedad. Sobre esta pregunta se abrió una discusión entre dos posiciones.

La primera en un principio niega la especificidad de lo juvenil, de sus demandas y su derechos.

«- No es que los jóvenes tengan demandas específicas. El tema es que son demandas como súper generales.
- Claro, en este momento me dicen ‘¡chuta, cuál es mi demanda como joven!’
- Por eso yo no me siento identificada hablando de un sujeto de derecho juvenil»

La otra sí reconoce derechos y demandas específicamente juveniles.

«Lo que te aqueja o lo que te atañe cuando eres joven no es lo mismo que te va a aquejar cuando seas adulto o lo que te aqueja cuando eres pequeño. Existe una etapa en la cual las cosas son súper puntuales tanto de acceso, de medios, de espacios»

El diálogo entre estas dos posturas se va desarrollando con la conversación y en ese diálogo van produciendo un juicio compartido: los jóvenes no son un ente separado de la sociedad, sus demandas se enmarcan en demandas sociales, pero tienen su especificidad.

«Por ejemplo están los call center. El rango de edad es como de los 18 hasta los 25 años. Ese es el promedio de los trabajadores. Por tanto nosotros como Dejucut tenemos que nosotros reflejar la realidad de esos sindicatos, pero en el marco de una política laboral, de una lucha sindical que es más grande, pero nosotros sí tenemos que dar a conocer eso desde la perspectiva juvenil»

El desafío es definir las demandas específicas de los jóvenes y de los diferentes actores y grupos y, desde ahí, aclarar la «demanda general» que los une.

«Lo que no podemos hacer es desvincular nuestra lucha con la lucha de ellos, pero cada uno tiene que plantear sus demandas»

«El tema juventud es transversal también a todas las luchas sociales»

i.b. Las plataformas de acción

La discusión anterior corre paralela a la discusión sobre las estrategias de acción. Entre las dos se alimentan: cada forma de entender la relación entre demandas juveniles y sociales conecta con formas diferentes de acción.

Si las demandas juveniles y de los diferentes actores se concentran en su especificidad, la demandas y los derechos se sectorializan y la acción se fragmenta.

«- Antes estaban los trabajos voluntarios. Iban a trabajar a las tomas, donde las papas queman.
- Ahora el universitario no pesca. Si en la universidad decís ‘ya, vamos a organizar un encuentro con trabajadores’, ¡no va a ir nadie!»

«- El joven, el adulto, el obrero, están todos organizándose.
- Pero está sectorizado.
- Claro, lo que pasa es que no hay comunicación entre ellos, pero sí están organizados»

Por el otro lado, la preeminencia de la demanda social diluye la especificidad de lo juvenil y subordina su acción al dictamen adulto.

«O sea nadie se da cuenta que los jóvenes cuando están en una organización que se complementa con adultos, son palomas…, son ‘pa’ los mandaos’. O sea, no son para nada más, solamente están para ejecutar y no para pensar, y si piensan, dicen que son rebeldes y los echan»

La salida a este dilema retoma los puntos a que llegó la discusión anterior. Si las demandas de los jóvenes se enmarcan en demandas generales de la sociedad y si esas demandas tienen que expresar las particularidades de la condición y de la identidad juveniles, la estrategia de acción por defecto es la unidad.

«La organización tiene que salir de sus fronteras, si no termina siendo una organización que se coarta a sí misma. Lo peor de un grupo es cuando se autoenajena de la realidad».

«Estamos todos claros que tenemos que articular una cuestión mayor»

Su articulación es el Proceso y como tal encierra desafíos. El primero es que las organizaciones fortalezcan su orgánica interna y sus objetivos, en estructura e identidad. Las alternativas son diversas y no se excluyen.

«Tenemos que hacernos cargo, reconocernos y trabajar desde la identidad que sintamos más cercana. O sea, yo soy joven, también soy mujer, también soy campesina».

«No es que los jovenes se vean sumergidos en todo tipo de organizaciones, sino que también tengan su instancia, pero con relación al objetivo mayor, porque también tenemos que mantener una identidad como jóvenes, pero en coordinación con todo el resto»

«El desafío es complementar nuestra identidad con lo que nos rodea»

Lo importante es revertir la fragmentación y el desconocimiento mutuo, pavimentar la convergencia de actores, tejer redes, abrir espacios de comunicación e intercambio de información. Se pueden usar las TICS, medios de comunicación alternativos, hacer encuentros y cualquier forma que permita establecer comunicación, mantenerla en el tiempo y superar las limitaciones geográficas y financieras que suelen limitar el tejido.

Otro punto importante es el equilibrio entre unidad y diversidad. La diversidad de luchas retoma un dilema recurrente para los nuevos movimientos sociales: cómo lograr unidad en medio de una diversidad de identidades que presionan por el reconocimiento de derechos de distinto orden. La salida es convertir la diversidad en potencia.

«Juntarse entre iguales a veces sirve, pero también sirve el movimiento grande. Por ejemplo una demanda como educación tiene que ser los profesores, los papás, los cabros secundarios. ¡Tienen que estar todos!»

«La diversidad de organizaciones es la potencia del movimiento».

La cuestión también es numérica: una sumatoria que es también la demostración de fuerza. El problema es asumir estos desafíos en un escenario marcado por el individualismo y un desinterés generalizado por la acción colectiva, de enajenación mediática y tecnologizada. De ahí que en todos los grupos, la generación de conciencia y la educación popular aparecen como pasos necesarios que se convierten en compromisos éticos e incluso generacionales.

«Nosotros los jóvenes tenemos que asumir el rol. Los jóvenes tenemos que estar presentes»

«Yo estoy sembrando para las próximas generaciones. Trato de que el ejemplo pueda, no sé, dejar una semilla»


iii. Desde dónde: la relación con el Estado

Más allá de si son generales o específicos, sociales o juveniles, cuando se habla sobre derechos y demandas aparecen preguntas que terminan siendo inevitables. La primera es quién define los derechos. La segunda, es la posición de demandante: se demanda a otro que tiene la facultad de otorgar. En ambos casos el referente inevitable es el Estado y el sistema político. Lo que se trata de resolver son los términos de relación que se establece con ambos niveles.

Una postura se concentra en la inmanencia de los derechos: son intrínsecos y se hacen en el ejercicio.

«Los derechos se toman, no se piden»

«A veces no nos damos cuenta de la visión asistencialista de que los derechos hay que pedirlos»

«Por ejemplo, en nuestro caso, no demandamos educación sexual; nosotros hacemos educación sexual»

En este caso se obvia al Estado como garante de derechos y receptor de demandas. Sin demanda, no hay receptor. Tampoco necesidad de políticas públicas, que en este caso quedan como estrategias de control para situaciones de crisis de poder.

«Al final las políticas públicas existen casi de tapa boca»

En paralelo circula otro discurso que no ignora el origen institucional de los derechos, pero toma su textualidad y la condición jurídica de los derechos como piso base para desplegar una estrategia de acción política. La finalidad de la acción en este caso es la introducción de ajustes al sistema democrático. Por eso hace referencia a un abanico de estrategias que sirven en la disputa por los diferentes espacios de poder.

«la única forma de generar cambios es estando dentro de este sistema»

Las versiones aquí se diversifican dependiendo de dónde se ubique la frontera dentro/fuera. En una de sus versiones, más que una crítica al Estado en sí, se formula una crítica a los gobiernos. Por eso no niega totalmente la legitimidad estratégica de la representación política.

«Si no tenemos representantes de los jóvenes dentro de, jamás vamos a poder hacer cosas que realmente atañen a los jóvenes»

El problema con la representación es doble: quién representa y cómo se asegura la coherencia de su acción. La experiencia de los años de transición ha demostrado el permanente riesgo de conversión.

«Ese es el miedo, que llegues a funcionar de la misma forma»

Otra opción es participar en espacios institucionales manteniendo la independencia organizacional. El problema es político: los espacios de incidencia política se reconoce que existen, pero en la práctica excluyen por clausura y selectividad.

«Pero hoy en día tenemos todo eso donde se plantean políticas de juventud, y nosotros, ¿dónde estamos? Nosotros no estamos ahí»

«Por ejemplo, no sé, la mesa provincial de juventud y el consejo regional de juventud resulta que todas las regiones los tienen que tener, y donde a ninguno de nosotros nos invitaron a participar de la discusión, porque eso se hace entre cuatro paredes más uno que otro de por allá para limpiarse su propia imagen de que están haciendo algo».

«La misma ley del ministerio de la juventud. Cuántos jóvenes saben que se está haciendo eso. Ni siquiera ha sido un tema público. Ni siquiera lo han puesto pa’ la discusión»

El desafío para las organizaciones es apropiarse de estos espacios y hacerlos canales efectivos de participación.

«Hay que tomarse los espacios que están ahí, pero que los dejamos pasar, y al dejarlos pasar los estamos desaprovechando»

Frente a la clausura de la participación y la exclusión de las organizaciones y voces críticas, ejercer presión es una posibilidad permanente: abre espacios donde no había y ha probado ser un mecanismo eficaz para poner las demandas de las organizaciones al centro de la disputa política.

«Nosotros tenemos que ser capaces de articular movimientos juveniles tan fuertes que se pueda tener incidencia política y a la vez ser parte de las luchas sociales que este país necesita»

De esa forma se puede invertir la lógica vertical y convertir los intereses de las organizaciones juveniles y sociales en la base para la construcción de políticas, marcos legales e, incluso, constitucionales.

«Es importante que la generación de propuestas no queden en el aire y formen parte de un marco legal. Pero que no sea creado desde la institucionalidad, que no sea impuesto, sino que desde las bases se genere este marco».

«Nosotros tenemos que ser capaces de ser nosotros quienes instauramos esas políticas publicas, nosotros tenemos que decir cómo debiesen de ser»

La pregunta que reflota en este punto es la definición de los objetivos de la acción.

«Ahora, si se quiere incidir en políticas públicas, hay que tener claro en qué se quiere incidir».

El sentido de las acciones vuelve a representar el punto de encuentro entre los diferentes discursos. Y como ocurre con los caminos para fortalecer las organizaciones, lo que va produciendo la conversación es que las diferentes estrategias de acción son todas legitima. Lo importante son los Objetivos comunes.

«Las distintas organizaciones van a trabajar a distintos niveles, unas más abajo, otras más arriba, pero al final es transformación social»


VI. Plenaria:

Al terminar la discusión sobre los caminos, cada grupo tuvo que plasmar en papel su propia conversación y luego exponerla en una plenaria con todos los participantes del encuentro. A continuación se exponen el contenido de los resúmenes que hizo cada grupo.



Grupo 1: 

- Fortalecimiento de las organizaciones sociales en base a las aspiraciones, expectativas y objetivos comunes.
- Crear y promover redes de trabajo colaborativo entre diversas organizaciones.
- Protagonizar críticamente la generación, planificación, ejecución y evaluación de políticas públicas orientados a la juventud.








Grupo 2:

- Fortalecer nuestras propias organizaciones a través de la educación popular y articular una red social que sirva de apoyo para asegurar los derechos.
- Las mismas formas de lucha no son excluyentes entre sí, creo que hay que generar autonomía, resignificar, crear desarmar, dentro de nuestros contextos de lucha.
Es importante la transversalización de las luchas, ayudarse, comunicarse, bajo un concepto más amplio que es el ser joven, usando estratégicamente recursos redes y usar la capacidad transformadora de cada una de las organizaciones a las que pertenecemos.




Grupo 3:








Grupo 4:

- Articulación de redes.
- Las demandas sociales son generales, pero deben perspectiva ‘joven’.
- Veremos como segmentos, más que como fragmento.
- Autogestión = autofinanciamiento.
- Utilización de los recursos = a venderse ‘autonomía’

Conceptos claves ------  Inclusión/Exclusión
                                   Ciudadano/no ciudadano
                                      Pertenencia/desplazamiento



Tras la exposición, se abrió una nueva conversación para comentar los trabajos grupales y tratar de buscar los puntos comunes y diferentes entre las conversaciones. Si se observa el listado que resume el diálogo de la plenaria, son bastante más los puntos comunes que los diferentes. El listado de semejanzas resumen algunos de los principales consensos as los que fueron llegando las conversaciones grupales. La primera semejanza es refleja la conclusión a la que llegaron todos los grupos después de leer los pro y contra de cada camino: todos tienen cosas buenas y malas y de todos se puede sacar los bueno.

«Ninguno de los caminos bastaba, por lo tanto ninguno de los tres lo podíamos negar. Mientras no fuera en contra o fuera perjudicial para el movimiento juvenil, no había por qué elegir uno. En eso hubo varias semejanzas. Algunos incluso crearon un cuarto camino que finalmente eran una síntesis de los tres o de lo mejor de los tres».

Por eso otros dos puntos que se nombran como coincidencias son la necesidad de fortalecer los mecanismos de autogestión de las organizaciones juveniles y, desde ahí, o al mismo tiempo, articular redes, hacer tejido social, definir objetivos comunes, y eso lleva a otro punto común: la necesidad de aclarar objetivos y conceptos.

«No creo que la articulación por sí misma sea suficiente. Hay que tener claro el por qué nos vamos a articular y hacia dónde vamos a apuntar»

Otro punto común que se señaló en la plenaria retomó la pregunta sobre las demandas y derechos. Lo que acerca las posiciones de los diferentes grupos fue la respuesta que dieron a la cuestión sobre la especificidad de los derechos y demandas juveniles.

«La forma de abordar la discusión tenía que ver con la transversalidad de las demandas. No había como una especificidad en el hecho de ser joven. Por lo menos tres grupos dijeron claramente que el tema no era un tema de demanda juvenil, sino que un tema de demanda social»

Aunque luego se introduce un matiz que hace diferencia

«Dos grupos lo expusieron de esa manera en que sí era necesario hacer como esa pequeña diferencia en cuanto a las demandas, o sea, dos grupos decían: son demandas sociales, pero tienen que verse desde un punto de vista juvenil, para estas demandas en general, y había otros que mencionaron que específicamente sí había demandas en el tema juvenil. Pese a todo se mantiene el hecho de la transversalidad de las demandas»

La última coincidencia viene de la discusión sobre la relación con los espacios institucionales. En todos los grupos hubo diferentes formas de resolver las contradicciones que plantea esta relación, pero más allá de si se opta por la postura autónoma o la estratégica, lo importante es que los grupos coincidieron en que

«Yo creo que eso es una semejanza, que no todos nos compramos el cuento ese del ser ciudadano, que son temas como institucionales, que ya no es pueblo, es ciudadanía, pero ¿qué es hoy día ser ciudadano? Yo se lo que es ser pueblo»



Diferencias
Semejanzas

-  Negación del Estado para los jóvenes.

- Sobre lo que significa ser joven.


- No preferencia por algún camino específico.

- Fortalecer mecanismos de autogestión de las organizaciones juveniles.

- Generación/articulación/fortalecimiento, potenciamiento de REDES sociales, virtuales, tejido social.

- Transversalidad de la demanda juvenil como demandas generales, con algunas especificidades hacia lo juvenil.

- La no aceptación de la categoría ciudadanía. Reemplazo por otra categoría menos institucional: pueblo.











VI. Los mensajes

Para cerrar el encuentro, la última actividad consistió en que cada participante pensara en un destinatario y le escribiera un mensaje. Los destinatarios fueron diversos. Hubo varios participantes que destinaron sus mensajes a autoridades o dirigentes vecinales; otros a los participantes del encuentro; otros a un destinatario abstracto e incluso un mensaje a sí mismo. Los mensajes son de contenido diverso y hacen referencia a diferentes temáticas, pero más allá de las diferencias de destinatario y contenido, al unirlos suenan como un llamado a la organización, la reflexión y el compromiso con la acción transformadora de los movimientos sociales.


¿Qué mensaje o reflexión dejarías y a quién se lo enviarías, sobre la discusión y temas tratados en este encuentro?
Para
Mensaje
Ministerio de Educación
Pedimos a gritos un cambio en nuestra educación.
Todos
La unión hace la fuerza, buscar punto en común y trabajar por nuestros derechos.
Los pueblos oprimidos del mundo.
Aunar fuerzas para enseñar para generar o construir las bases estructurales de una sociedad que excluya las relaciones de opresión, basada en la libertas y DD.HH.
Las  compañeras de lucha.
Necesidad de espacios de discusión ideológicas, como base amor, respeto y la reciprocidad.
Para mi hijo
Entregar a los hijos honestidad y la paz.
Mi amiga
Este encuentro de jóvenes nos ha ayudado al conocimiento hacia nuestros derechos, con el deber y derecho de replicarlos a otros jóvenes.
Todos (as) y Alcaldía y municipio de Viña
Urgencia organizarse, exigir recursos es nuestro derecho, son nuestros recursos.
Mis compañeros de mi vida.
Construir nuevamente los elementos que han sido despojados (autogestión, autodeterminación, consenso, amor y libertad) por la lógica individualista y competitiva.
Todas
El único camino es la unidad entre los jóvenes, criticar, autocrítica, construir.
Quien desee recogerlo.
Los miedos, temores, incertidumbres y confusiones respecto cómo y quiénes dirigen nuestras demandas y derechos. Ser solidario con los sueños e iniciativas.
Quien lo quiera leer
La mejor manera de discutir ampliamente son este tipo de encuentros, para luego crear nuevas organizaciones de jóvenes y reeditar el sentido social.
Tania
Gratificante tu invitación, el tema fue de importancia social donde hubo conceptos difusos pero a la vez relacionados con la juventud actual.
La misma
Tener mayor conciencia de tus derechos, capacidad de exigirlos, de escuchar a los demás.
Los jóvenes
Crear una identidad como grupo, no todos los jóvenes que se organizan tienen como objetivo realizar un cambio social, sino lo que quieren es ser escuchados.
Presidenta de la junta de vecinos de mi sector.
Escúchenos, tenemos ideas, necesitamos que nos ayuden y comprendan.
La juventud que no está ni ahí
Conózcanse y cumplan con su deber de ejercer sus derechos.
Alumnos del colegio
Por favor organícense!

Se debe fortalecer la educación en general, ocupar términos como política, si somos jóvenes también podemos comprometernos y cambiar la imagen que en general se tiene de nosotros, reenvindicación sobre la acción de los jóvenes.
La población del país.
Permitirse participar en grupos sociales, espacios comunitarios, darse el tiempo y si no los hay construirlos, 
Los presidentes regionales de Sudamérica
Cuidar nuestras tierras para los demás, sólo somos guardianes de nuestra madre tierra. El derecho de vivir en plena libertad ante los demás.
Todas
Tener en cuenta que tu opinión es parte de tu identidad.
Conace o Previene
Financiamiento.
Los Pensantes
No engrupirse, actuar natural y sincero.


VIII. Evaluación

El último momento del encuentro fue de evaluación. Su propósito fue abrir los diferentes componentes del Grupo de Diálogo a la crítica de los participantes. La dinámica partió por intervenciones individuales que fueron siguiendo el orden en que estaban sentados. Con eso se aseguró que todos y cada uno pudiera expresar sus reflexiones sobre lo vivido durante el encuentro y se evitó que la evaluación terminara «monopolizada» por los participantes más activos.

Lo que produjo esta ronda evaluadora fue un conjunto de juicios sobre la instancia del encuentro y los aprendizajes que dejó la discusión. Sobre el encuentro, un primer juicio rescató lo significativo del encuentro. La apreciación compartida es que en tiempos marcados por la individualización y la atomización social, la ausencia de espacios de encuentro y la despolitización, el hecho de haberse podido reunir una diversidad de jóvenes que están organizados y «haciendo cosas» fue importante en sí mismo.

«Es difícil encontrar espacios para juntar a jóvenes tan distintos, con luchas tan diversas».

«Independiente de quién nos convoque, este tipo de instancias es bueno porque podemos ver en qué está el otro, cuáles son los puntos que nosotros tenemos en común».

Sobre lo que quedaron dudas fue respecto a los temas propuestos. Algunos participantes quizás habría sido mejor no reducir la conversación a la garantía de los derechos juveniles solamente. Pero más allá de lo acertado o no del tema propuesto, la posibilidad de conversar sobre temas que dan vueltas en las organizaciones fue otro de los aspectos que se valoran del encuentro. Si en principio conversar parecía simple, en la práctica no lo era tanto. Requirió un doble ejercicio: aclarar los propios conceptos y aprender a escuchar. El primer momento implicaba exponer a otros los sentidos y razones de la propia acción. El momento de la escucha exigió abandonar los juicios preconcebidos, «abrir la mente» y disponerse al intercambio de miradas y posturas. Ese solo ejercicio fue uno de los aprendizajes que dejó el encuentro. Conversando, la inquietud inicial sobre las posibilidades de establecer una conversación entre organizaciones tan diversas en temáticas y formas de acción terminó llevando a una conclusión común: que por sobre las temáticas específicas y las formas de acción, las acciones parecieran tener un mismo sentido.

«Independiente del color, independiente de la forma, la lucha es la misma. Todos queremos lo mismo. Todos vamos a un mismo Norte. Pero los trabajos son distintos. Nuestros discursos son distintos, nuestro pensamiento, nuestros ideales, nuestros gustos son distintos. Lo que es lo mismo es la lucha».

«Al final estábamos todos pensando lo mismo. Todos están trabajando por hacer de esta una sociedad más justa. La diferencia está en el cómo».

Lo otro que dejó el encuentro fueron varios desafíos. El primero es transferir la experiencia a sus propias organizaciones. En su rol de dirigentes o representantes, asumen el traspaso de lo aprendido a los demás miembros de la organización como un deber. Esa es una forma concreta de darle sentido y continuidad a la participación en el encuentro.

«Los dirigentes pasan y las organizaciones quedan».

El segundo es darle continuidad a la reflexión, profundizarla, aclarar conceptos, definir objetivos y generar propuestas. Para eso es necesario que los miembros de las organizaciones estén informados, que estén en permanente actualización, que para eso aprovechen las posibilidades que ofrecen las tecnologías de la información, y que se preocupen de intercambiar información entre las organizaciones. De aquí se abre el tercer desafío, que es darle continuidad a las relaciones que se establecieron en el marco del encuentro. En este punto surgió un conjunto de propuestas. Se propuso que las organizaciones que participaron del encuentro armaran una red y levantaran una plataforma virtual que les permitiera mantener la comunicación e intercambiar información sobre las actividades que estuvieran realizando. Otros propusieron que si bien el aprendizaje había sido la importancia de generar redes, esas redes no necesariamente tenían que reducirse solamente a las organizaciones que habían participado del encuentro. Más pertinente y práctico quizás sería conformar redes entre las organizaciones que están en contacto permanentemente y a desde ahí ampliar sus rango de la alcance. Lo otro que se propuso fue replicar estas instancias de encuentro y de reflexión en otros espacios.

«Creo que también deberíamos generar instancias de conversación de nosotros mismos. Deberíamos seguir reproduciendo estas cosas. Estas cosas son las que nos enriquecen».

Por último, quizás un desafío que no se hizo tan explícito, pero que estaba «flotando en el ambiente» fue la necesidad de bajar la reflexión a terreno, plasmarla en acciones concretas, lo que en el fondo lleva la evaluación al permanente desafío que encierra la dialéctica entre teoría y praxis.

«Está bien dialogar y conversar, pero el trabajo tiene que ser real y estar comprometidos todos los días»


VII. Comentario final

Visto en retrospectiva, la experiencia del trabajo en los Grupos de Diálogo dejó varios elementos que pueden ser interesantes para comprender los fenómenos que . Para empezar por el principio, un elemento relevante fue la adhesión a la convocatoria. Fueron muy pocas –no más de tres- las organizaciones que finalmente no respondieron al primer contacto que se hizo por correo electrónico. La gran mayoría sí lo hizo e incluso hubo un par que respondió para explicar su negativa. La diplomacia habla de la importancia que reviste el trabajo en las organizaciones, que está lejos de ser un pasatiempo. Lo confirma la disposición a participar del encuentro: todas las organizaciones que comprometieron su asistencia finalmente llegaron, lo que no deja de ser relevante,  sobre todo teniendo en cuenta que probablemente no muchos tenían claridad de a qué iban. No es menor, en este sentido, que algunos participantes hayan tenido que viajar largas distancias para acudir al encuentro. Todo hace pensar que entre las organizaciones hay un evidente interés por participar de espacios de encuentro.

Sobre las actividades que propuso la dinámica de trabajo, se puede decir que lograron producir un conjunto de huellas en y entre los participantes, unos más palpables que otros. El hecho de que todos coincidan en valorar el aprendizaje de hablar y escuchar ya es importante. Los otros tuvieron que ver con los temas de conversación. Vista en su conjunto, la discusión sobre los caminos tuvo la facultad de poner a los participantes frente a una serie de temas que no necesariamente se habían detenido a reflexionar. La condición de jóvenes, por ejemplo, para muchos participantes pasaba desapercibida. Pero lo que es más importante, la participación en el encuentro permitió descubrir a los participantes que por sobre la diversidad de temáticas de cada organización y  por sobre las estrategias de acción, hay un objetivo compartido: la construcción de movimiento transformador. Por eso la necesidad de trabajar en red, que el equipo coordinador trató de fomentar envió a cada participante una lista con todas las direcciones de correo. Cómo siga y lo que produzca queda en manos de las organizaciones.


Felipe Ghiardo, Sociólogo.

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