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martes, 18 de mayo de 2010

Juventud del bicentenario: una apuesta por la integración






Juventud del bicentenario: una apuesta por la integración

Daniel Bravo Zamora[1]

“Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”.

- Simón Bolívar[2]

Enero de 1817, cordillera de Los Andes. El frío se cuela entre los huesos, a veces no se sienten los pies, pero se sigue marchando. El alimento comienza a escasear y el hambre a aumentar. El viento y la altura intimidan aun a los más valientes, pero la marcha continúa. ¿Por qué? Porque más allá del frío, del hambre y del cansancio prima la idea de justicia, de libertad, de dignidad. Sí, la Argentina ya ha logrado su independencia, ahora es el turno de nuestros hermanos chilenos (o de nuestros compatriotas), piensan aquellos soldados comandados por O’Higgins y San Martín.

Esta imagen es una fiel representación de la solidaridad que puede existir entre dos pueblos, entre dos naciones cuando asumen ideales superiores por los cuales luchar. Y las juventudes del Bicentenario en Chile y Argentina deben recordar este suceso histórico no sólo por su relevancia, sino que también porque, al decir de Vicente Huidobro: “todo lo grande que se ha hecho en América y sobre todo en Chile, lo han hecho los jóvenes. Así es que pueden reírse de la juventud. Bolívar actuó a los 29 años. Carrera, a los 22; O’Higgins, a los 34, y Portales, a los 36”[3]. A lo que debemos agregar que San Martín, al momento de su retorno desde Europa a Buenos Aires, en 1812, contaba con sólo 34 años.

Pero, ¿en qué quedaron estos ideales de integración? Es cierto que desde el comienzo “cada nuevo Estado actuó en función de sus intereses propios”[4], y luego, en 1826, vino el fracaso del Congreso de Panamá, y diversas guerras se sucedieron entre los países sudamericanos[5]. Pero al cabo de un tiempo nuevos impulsos a favor de la integración se llevaron a cabo[6]. Entre éstos destacamos la realización de la primera Cumbre Presidencial Sudamericana en el año 2000, la que en su tercera versión, en el año 2004, dará origen a la Comunidad Sudamericana de Naciones, surgiendo, finalmente en el año 2007, la Unión de Naciones Suramericanas, Unasur[7]. Luego, el 23 de mayo de 2008, en Brasilia, se suscribe el “Tratado Constitutivo de Unasur” (aprobado en enero de 2008 por los cancilleres de Suramérica). El mismo día de la suscripción del Tratado constitutivo de Unasur, Chile fue electo por aclamación para que asumiera la Presidencia pro témpore de Unasur, ejerciéndola hasta el 10 de agosto de 2009, fecha en la cual se realizó el traspaso de la Presidencia a Ecuador.

Y hoy es el turno de nosotros, de la generación bicentenario el seguir esta senda que marcaron nuestros próceres, de hacer nuestra la causa de la integración. ¿Para qué? Para hacer frente a la globalización[8], contribuir al diálogo político, para alcanzar la paz, una integración en todos los ámbitos[9]. Tenemos que entender que el aislamiento no conduce a nada, sino que por el contrario, la integración, la cooperación, la solidaridad son las claves para enfrentar el mundo de hoy. En efecto, ¿cómo afrontar las catástrofes sino es a través de la integración? ¿Hubiésemos logrado la independencia en nuestros países sin la integración? ¿Se hubiese podido detener la grave crisis social de Bolivia en septiembre de 2008 si no fuera por Unasur? [10] ¿Cómo coordinar la ayuda internacional a Chile fruto del terremoto del 27 de febrero sin ningún tipo de integración entre los países? Sin diálogo, sin mediación, ¿se hubiese podido evitar la cuasi guerra entre Chile y Argentina en 1978?

Necesitamos una verdadera integración, que la sociedad civil, y que especialmente los jóvenes asumamos un rol principal en este aspecto. Que la ciudadanía exija integración, que no dependa del capricho de nuestros gobernantes, dado que “la paz es una labor abierta a todos, no sólo a especialistas, a políticos, a gobernantes” (papa Juan Pablo II, al mencionar la solución pacífica al conflicto entre Chile y Argentina en 1978)[11]. Debemos alzar la voz, ser activos al respecto, buscar que nuestros Parlamentos aprueben el Tratado de Unasur, por ejemplo. Debemos tomar en consideración lo que señala Gabriel Valdés, ex canciller de Chile, al hablar sobre la integración: “estoy convencido de que los pueblos la sienten y en esa causa los gobiernos civiles han sido débiles”[12].

Tenemos que dejar atrás el individualismo, la arrogancia, el revanchismo, el odio, y reemplazarlo por integración, solidaridad, cooperación, entendimiento y la paz. Debemos tomar en cuenta las lecciones del terremoto en Chile, entendiendo que lo material es transitorio, y que lo verdaderamente perdurable son los profundos lazos de integración, que ningún terremoto puede destruir.

Quilpué, 1 de mayo de 2010



[1] Egresado de Derecho (2009), Universidad de Chile. Ayudante de Introducción al Derecho. Miembro del Grupo Juvenil “Jóvenes x Quilpué”. Contacto: dbravoz@gmail.com

[2] BOLÍVAR, Simón. Carta de Jamaica, 1815. Se puede encontrar online, por ejemplo, en <http://www.analitica.com/Bitblio/bolivar/jamaica.asp> [fecha de consulta: 29 de abril de 2010].

[3] HUIDOBRO, Vicente. Balance patriótico. Citado en: GÓNGORA, Mario. Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Editorial Universitaria, 7ª edición, 1998, p. 319.

[4] DEL POZO, José. Historia de América Latina y del Caribe. LOM Ediciones, 2002, p. 16

[5] Ibídem, pp. 15-16.

[6] Por nombrar algunos ejemplos, tenemos que en el año 1890 se llevó a cabo en los EE.UU. la “Primera Conferencia Internacional Americana”, la que posteriormente se convirtió en la “Unión Panamericana”, en 1910. Luego, en 1948, se confecciona la “Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA)”. Posteriormente se realiza el “Tratado de Montevideo”, dando lugar a la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), en 1960. Algunos años después (1969) se crea el Pacto Andino, dando lugar a la Comunidad Andina de Naciones. En el año 1980 se crea la ALADI. Al cabo de 6 años, en 1986, se origina el llamado “Grupo de Río”, o Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación Política. En 1991 se crea “Mercosur”. Más adelante, en 1994, se crea el “ALCA”, o Área de Libre Comercio de las Américas.

[7] El 6 de abril de 2007, con motivo de la Cumbre Energética Suramericana, realizada en Isla margarita (Venezuela), se adoptó cambiar el nombre de la Comunidad Sudamericana de Naciones por el de Unasur.

[8] Ver: CASANUEVA Ojeda, Héctor. La integración, nuestra asignatura pendiente. En: VITTINI, Iris (Comp.). Los procesos de Integración y Cooperación regionales. Santiago. Instituto de Estudios Internacionales, Universidad de Chile, 2004, v.2, p. 13. Ver también: SOLÓN, Pablo. Reflexiones a mano alzada sobre el Tratado de Unasur. En: Revista de la Integración. Nº 2. Secretaría General de la Comunidad Andina. Julio de 2008, p. 13. Disponible en: [fecha de consulta: 30 de abril de 2010]. Ver también: VITTINI, Iris. El Convenio Andrés Bello. Instrumento de Integración con Mercosur y Unión Europea. Santiago, RIL Editores, 2000, pp. 34 y 35. Finalmente, ver: MAIRA, Luis. El Mercurio, 28 de septiembre de 2006.

[9] Ver antecedentes del Proyecto de Ley sobre el Tratado de Unasur, boletín N° 6035-10 (Cámara de Diputados).

[10] Ver: “Bachelet convoca reunión de emergencia de Unasur por crisis boliviana”. Emol, 13 de septiembre de 2008. En: <http://www.emol.com>. Ver también: “Declaración de La Moneda”, disponible en: <http://www.comunidadandina.org/unasur/15-9-08com_bolivia.htm> [fecha de consulta: 30 de abril de 2010]. Ver también: “Unasur da su más irrestricto apoyo a Gobierno de Evo Morales”, Emol, 15 de septiembre de 2008, en:

[11] JUAN PABLO II (Papa). El Amor es más fuerte. Mensajes de Juan Pablo II al Pueblo de Chile. 1987, Santiago de Chile, sin datos de edición, p. 139

[12] VALDÉS, Gabriel. Sueños y memorias. Taurus, 3ª edición, septiembre de 2009, p. 131.

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